El país en llamas

Agustín Sánchez

 

Cuando apenas se abría el telón del caso metástasis revelando que las estructuras mafiosas se habían tomado la política, justicia y actividades económicas, hasta alcanzar un estado metastásico. Como por arte de magia, inició un nuevo estallido bajo la repetida fórmula de generar caos en las cárceles y anunciar paralizaciones por parte de sectores indígenas ante una posible eliminación de subsidios en los combustibles. ¿A quién se quiere encubrir esta vez?, ¿A qué se debe esa reacción feroz de cierto sector político salpicado en esta investigación? No suficiente con aquello, el país ha sido testigo que los centros de privación de libertad no los controla el Estado, es cierto que no es novedad, pero al punto que las “fugas” no registran violencia ni fuerza en las cosas, pone de manifiesto un mediocre y vergonzoso manejo de lo público.

La postura firme gubernamental ante la escalada de violencia ha tenido resultados positivos, sin embargo, ha sido necesaria la expedición de un histórico decreto ejecutivo que declara como grupos terroristas a quienes se han apoderado del tráfico de droga en nuestro territorio, y se aferran en someter al Estado ecuatoriano. No se confunda estimado lector, el camino será largo y tenebroso, esto no acabará con militarizar temporalmente las calles, experiencias similares han conllevado años de lucha contra el crimen organizado que posee mejor estructura y mayores recursos que nuestras fuerzas del orden. Mucho se habla de una nueva oportunidad histórica de alinear a los distintos poderes del Estado en esta lucha contra el terror, es cierto, las muestras de voluntad han sido expuestas, sin embargo, urgen reformas legales a ser canalizadas en la Asamblea, una reforma profunda y saneamiento de la justicia, y sobre todo, en caso de insistirse en la consulta popular, que se aborden temas que allanen positivamente cambios profundos en los objetivos nacionales hacia el desarrollo y recuperación de la institucionalización del Estado.

Todo lo mencionado no puede estar aislado de políticas públicas relacionadas con rehabilitación social, educación y salud, caso contrario estaremos pataleando en el fango por décadas sin poder sacar la cabeza hasta ahogarnos para siempre. Mantengo la esperanza en el Ecuador que me vio nacer, y espero que esto solo sea una pesadilla que acabará pronto abriendo otros espacios y oportunidades respetando los límites de la democracia.