El Alcalde ‘Sheriff’

Giuseppe Cabrera

El alcalde Altamirano le ha dicho al Gobernador que sino son capaces de frenar la inseguridad le delegue esas competencias y con gusto lo hará.

Que no importa que la seguridad sea una competencia exclusiva del Estado central y que, de paso, no se preocupe por el hecho de que no ha podido ni con sus propias competencias: como controlar las ventas informales, el levantamiento de comerciantes que tuvo en diciembre de 2019, los problemas en el manejo del mercado Mayorista durante la pandemia o que apenas a los dos años note que existen irregularidades en torno a los radares concesionados al sector privado.

Esta vez y, sin que tengamos otro antecedente que lo pruebe, él sí podrá hacerle frente a la inseguridad.

Al puro estilo de las películas del viejo oeste el Alcalde quiere ser el ‘Sheriff’ de esta ciudad agobiada por el crimen y la inseguridad, ante el miedo evidente de quienes vemos cada semana asesinatos a plena luz del día, con modalidades como las del sicariato que parecían realidades de latitudes muy distantes.

El mismo Alcalde condecorado por una exgobernadora ausente, que perdió hasta el control del edificio de la gobernación en octubre de 2019, hoy decide abrirse un frente con el delegado del ejecutivo en vez de sentarse a la mesa a planificar acciones conjuntas.

Lo que necesita esta ciudad es que se diseñe un plan de seguridad ciudadana con acciones articuladas entre agentes de control municipal y miembros de la Policía Nacional, con sistemas de comunicación centralizados e interconectados a través del ECU 911 y cooperación entre dependencias del Ejecutivo y la Municipalidad.

En entrevista para este medio en mayo 2020 el Alcalde ofreció presentar ese plan en las próximas semanas, nuevamente en diciembre 2020 dijo que se estaba trabajando en ello. Ahora, parece que es más fácil quemar los puentes que construirlos.

Mientras sus egos o “estrategias” con miras a las próximas elecciones les hace responder a la inmediatez de la primera plana y, la polémica y el ruido como forma de hacer política, la ciudad sangra y reclama una solución viable, articulada y seria que permita contener la delincuencia derivada de la grave crisis social y la pobreza.