¡Dios no quiera!

Rocío Silva

Hace años, desde esta columna, hicimos una cruzada para lograr desde el Municipio de Ambato, el cercado de la quebrada “Del Verdugo” en Ficoa, localizada a siete minutos a pie del centro cívico, pues, la indolencia y descomedimiento, había hecho de la misma una basurero, que de a poco aniquilaba las aves, los árboles centenarios y el paso estrecho del riachuelo que viene desde el páramo, cuando ya estuvo limpia y cercada la quebrada, volvimos a ver los chucuris, zorrillos, escuchar el tenue sonido del agua corriente en las mañanas siguientes a la noche lluviosa de páramo.

Sí, se logró defender la vigencia de un tramo de esta quebrada, pero la transformación socio-territorial de las geografías andinas, bajo la idea de aprovechamiento del espacio para construcción de viviendas, parque, canchas, supone amenazas latentes, como la desgracia ocurrida en Quito, en el sector de la Gasca. Si para los gobiernos locales, tanto provinciales, municipales y parroquiales, esta desdicha no constituye un llamado a la reflexión que los lleve a replantearse sus políticas del manejo de quebradas, entonces, habrán dado clara cuenta de su incapacidad administrativa que solo se engorda en el populismo, siempre tendiente a la reelección.

Las problemáticas socio-ambientales son alimentadas por la desidia y codicia, escondida en muchas realidades, como la de los traficantes de tierra, la de los invasores, la de los políticos, la de una educación deficiente en valores ambientales; lo cual, ha desembocado en una improvisada planificación territorial, en la que prevalece los mamotretos de cemento, que a la larga  son los que dan votos, porque son los visibles, de ahí se entiende la carrera loca emprendida por la construcción de pasos a desnivel, canchas de cemento, retazos de parques donde se colocan fierros pintarrajeados llamados juegos infantiles.

Sin ir más lejos, en la continuidad de esta quebrada que desemboca en el río Ambato, a la altura del paseo ecológico en el sector del Peral, a vista y paciencia de los funcionarios municipales, presentes todo el tiempo en el invernadero de esa entidad, se va haciendo un depósito de escombros, fundas de polietileno con basura, hasta un criadero clandestino de cerdos. A manera de pregunta: ¿Qué dirán de la Municipalidad cuando la quebrada colapse?