Sin moral no hay política 

Orlando Amores Terán

Orlando Amores Terán 

En la democracia representativa, el poder y la soberanía no los tiene el pueblo, porque las mismas normas «democráticas» lo impiden, puesto que no decide de modo directo, por tanto, no gobierna el pueblo. El pueblo, consciente cada cuatro años, en delegar su poder, a sujetos que una vez posesionados, imponen sus intereses. Si bien el pueblo somos todos, la masa no somos todos. La masa es el grueso, es el gran número de personas que se angustian por sobrevivir día a día, los que se preocupan por el corto plazo, no por la discusión de si existe o no concentración de funciones.

Por esa existencia elemental, a la masa se llega con mensajes simplistas para lograr su adhesión. Al final se impone el número que está en la masa. Entonces, la mayoría de la masa impone una minoría política que hace todo lo posible por agradarla, por confundirse con ella, para parecerse a ella, con el propósito de contar con su aceptación y «representación». Ahí se explica la degradación de la política, el show mediático, el tiktoker.

En consecuencia, lo que importa en la democracia representativa es la cantidad, no la calidad.

Eso lo entienden bien los narcoterroristas,  autodenominados socialistas del s.XXI, por ello, a propósito plebeyizan la política, a tal punto que es requisito ser bazofia social, para acceder al poder. El concepto de bazofia social, está en relación a la amoralidad, no a la extracción social, ni a la situación económica.

Solo la moral puede superar la politiquería. La fuerza moral de una Nación descansa sobre la fuerza social de mejor y mayor formación ética de un país, que es su fuerza pública, especialmente su Fuerza Armada. Si ése estamento está corroído, la sociedad colapsa de modo irreversible, sucedió en Venezuela, no en Israel.

Dicho de otro modo, la salud moral de un pueblo se mide por la fortaleza ética de su Fuerza Armada. 

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