Rogelio Morales Cattani
Cuando las emociones o el interés se sitúan sobre la razón, la o las personas pierden sus perspectivas y, en ese desorden, se pueden afectar a inocentes.
El diálogo civilizado puede y de hecho logra limar asperezas que pueden estar presentes entre personas con pensamientos diferentes, aunque busquen los mismos objetivos, eso es lo deseable. Ignorar acciones y hasta pensamientos puede ser considerado un gesto de agresión e invasión de la personalidad, hecho que se lo mira con gran frecuencia en aquellos personajes que, a cambio de algún cargo público o prebenda, han permitido que su mente haya sido alienada con tendencias disímiles a nuestra realidad, oponiéndose a todo y por todo.
Los ‘riesgos’ en relación a no respetar la voluntad popular manipulada o adulterada en algunas elecciones jamás puede ser la base donde se garantice una paz social que está agredida, y ahí hay varios pendientes. Los ‘riesgos’ de perder la libertad es la injusticia que favorece a corruptos que gozan, o al menos pretenden hacerlo, con vergonzosas inmunidades e impunidades que les permite tener ‘patente de corso’ para seguir delinquiendo, transformándose en peligrosos caldos de cultivo para que las nuevas generaciones crean que ser ‘sabidos’, o que aprovecharse del dinero ajeno, el mentir o chantajear, sean acciones consideradas normales.
Si la ‘democracia’ que basa su accionar en la soberanía del pueblo lograda a través del voto popular, si los procesos electorales no son transparentes y dejan estelas de dudas, queda la posibilidad que gente inescrupulosa, ociosa y mediocre, pretendan perennizarse en ciertos estamentos de la administración pública, perturbando a una sociedad en el corto, mediano y largo plazos.
La mejor forma de evitar estas inconsistencias es mediante la participación popular activa, con movilizaciones sociales que logren ser escuchadas, para que la ruleta del destino cambie y que no sean las minorías privilegiadas quienes impongan las condiciones.