Imagino los escenarios políticos, climáticos y sociales de los años ’60’, Ecuador con un gobierno militar y una visión de crecimiento aprovechando la mal llamada “Revolución verde” (producción de agroquímicos para el mundo). Así conjugan la ya existente Ley de colonización con la Ley de tierras “baldías” y la creación del Instituto Ecuatoriano de Reforma Agraria y Colonización (IERAC). En 1970 hubo la 3ra. Ley de Reforma Agraria y de colonización en el país.
En todo ese tiempo la dinámica migrante de Colombia, Manabí y Loja principalmente, llegó a nuestro territorio y conformó nuestra provincia. La colonización daba carta blanca a cambiar el uso de suelo de bosques primarios a productivos, lo demás de la película la tenemos ya en vivencia.
No puedo dejar de contrastar nuestra realidad local con esos pasajes de la historia y me atrevo a decir que estamos viviendo sin Ley una 4ta Reforma Agraria y sobre todo de colonización. La expansión urbana está llegando a los límites de la productiva y en el peor de los casos se encuentra inmersa en grandes extensiones agrícolas donde los remanentes de bosques primarios y secundarios están en lucha de ser conservados, ya no es un reto solo la expansión agraria, de manera agresiva también es el crecimiento urbanístico, repetimos las acciones de los años “60” con pleno conocimiento de los efectos. ¿Cómo es posible?
Aquí, su atención: la frontera industrial no está definida, la agrícola tiene ‘manchas urbanísticas’, no hay respeto de las franjas de protección, el cambio de uso de suelo no trabaja para el suelo, el clima, el respeto de los “bienes comunes”: recursos y su preservación, más claro, protección del agua como el insumo básico de la vida. La resistencia es firme.