¡Qué difícil!

Diana Luzuriaga Vera

Con un suspiro para retomar el aliento y continuar su travesía diaria, Lidia expresa ¡qué difícil! con profundo cansancio y dolor, tanto físico por el esfuerzo que hace para trasladarse con su silla de ruedas y del alma por la decepción que siente. Ella forma parte de las 12.720 personas con discapacidad en nuestra provincia que en su cotidianidad se enfrentan a múltiples obstáculos para movilizarse en medio de tantas barreras arquitectónicas y urbanas.

La inclusión como todo derecho necesita pasar de la bendita teoría a la práctica para sentir que existe. Una pregunta básica es ¿cuán accesibles son nuestras ciudades para personas con movilidad reducida? Para responder, revisemos los aspectos mínimos a considerar, como contar con aceras anchas, lisas, con rampas, sin postes u otro elemento que impida la adecuada circulación, estaciones de bus con ascensor, semáforos con voz, carteles con información en braille y con imágenes simples, edificios, restaurantes, locales y centros comerciales accesibles, con baños adaptados para sillas de ruedas, con puntos de información y señalización, parques infantiles con columpios acondicionados y lugares de trabajo apropiados ¿tenemos?

Lamentablemente no, pero podemos hacerlo, siempre y cuando los administradores tengan visión de desarrollo inclusivo y no se queden en lo discursivo. En este punto, me dirijo a quienes buscan la reelección y los que quieren incursionar en la vida política. Si la fuerza que los mueve es el deseo de servir, no pueden olvidar realidades como la de Lidia y de tantas personas que cada día luchan sin tregua frente a condiciones de absoluta desigualdad e indiferencia social. Ser un buen político es un alto honor ¿quieren tenerlo? Entonces a trabajar para el pueblo ¡Somos lo que hacemos, no lo que decimos!

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