Prostitución del voto

Luis Intriago Luna

Luis Intriago Luna

Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen, dice la sentencia del pensador; hoy aquello aplicaría al caso del votante, quien urgido por su necesidad de encontrar solución a sus problemas y producto de la coyuntura política, vota por cualquier candidato que le promete sacarlo del atolladero o por el compadrazgo, aun conociendo lo demagógico de sus ofertas y de su conducta veleidosa.

Hoy el pueblo debería madurar políticamente, considerar que el bien común está por encima del bien personal; es decir, privilegiando la buena reputación del candidato o candidata, aún en detrimento de la oportunidad o favor personal que pudiera recibir.

Actuar de forma preconcebida y deliberada, porque le hayan ofrecido un nombramiento, etc. Sería tan cómplice de la debacle del mal político y del país; merecería al menos el reproche de su conciencia. Consideramos en buena hora llamar a la reflexión del voto, no por afectos ni desafectos, sino por la racionalidad; convendría analizar al candidato y su conducta. Es recurrente que el candidato que más ofrece es el que menos posibilidad tiene de cumplir. Por tanto, se debería priorizar no el bienestar personal si no el bienestar general

 El análisis es más profundo, tiene que ver no solo con su conciencia, sino también con la moral y hasta con el fuero espiritual, habida cuenta que en todo ser humano subyace el buen criterio del bien y del mal; por tanto es evidente que debería aplicar su buen criterio antes de decidir en cualquier situación y más en esta delicada decisión en la que se juega el destino del país y por ello su voto debería ser bien razonado, debería ser un  imperativo: no regale su voto, medítelo, caso contrario nos podría llevar al fracaso con vuestra complicidad.

No es bueno equivocarse en cada elección, pues obvio que quien pierde es el pueblo y el país, es malo tener que lamentarse de nuevo. El pueblo insensato que no se informa se convierte en cómplice y debería ser sentenciado ante el juez más implacable, que es su propia conciencia. Hasta que haya un cambio objetivo de actitud en el votante. Que Dios nos ampare.

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