Para quienes escribimos

Rogelio Morales Cattani

La historia narra cómo periodistas y escritores han pagado hasta con su vida, el atreverse a escribir y pensar diferente, muchos han sido asesinados por organizaciones delictivas y mafiosas, o por gobiernos extremistas y totalitarios, sean diestros o siniestros, que no les interesa que la gente se informe para mantener un status-quo que beneficia a pocos y perjudica a muchos.

Para escribir no es necesario ser, o sentirse literatos, se lo hace como una obligación moral con nosotros mismo y con la patria, desgraciadamente la mayoría de escritores viven cómodamente en las ciudades grandes y no necesariamente escriben en favor de la gente más pobre que vive en la miseria y aislados.

Escribir canciones es otra forma de llegar al pueblo, en ellas se entonan poemas, o sentencias que se divulgan más que los artículos de opinión, o que los libros. Enrique Santos Discépolo, en un fragmento del tango Cambalache expresa: “Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o choro, pretencioso estafador. Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor”, esto canta todos los días el pueblo sencillo, pero a sus verdugos no les gusta la letra de ese tango y la ignoran.

No solo es culto quien por esnobismo escucha ópera en idiomas que no entienden, toman coñac, fuman puros o usan boinas para criticar a todos quienes tienen ideas diferentes. La cultura popular del de a pie es infinita y muy diferente a la cultura burguesa.

En los últimos años, los grafitis escritos en las paredes, han sido utilizadas como el periódico popular y en ellas se han escrito sentencias como aquella de: “dejar a las p…. que gobiernen, porque sus hijos ya han fracasado”, con las debidas excepciones y con respeto para quienes ejercen esa profesión.

“Que triste es el vivir buscando una ilusión que nunca a mi vendrá”, y el pueblo sigue cantando con angustia.

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