Mirando atrás

Rogelio Morales Cattani

Solo mirando atrás con nostalgia y adelante con optimismo, podremos valorar las mejoras que tenemos y si el futuro que deseamos o desearon para nosotros nuestros antepasados, ha sido mejor.

Cuando recordamos ciertas enfermedades, muchas consideradas incurables, confirmamos con satisfacción que hoy la ciencia las ha hecho controlables, cuando apreciamos que la tecnología ha permitido realizar diagnósticos antes imposibles de lograr o ejecutar y realizar intervenciones quirúrgicas mínimamente invasivas con grandes resultados terapéuticos, nos convencemos que la medicina ha progresado en beneficio del paciente.

Cuando las personas envejecen y mueren con dignidad y en mejores condiciones sanitarias que cuando nacieron y que su andar por este mundo ha sido con una mejor calidad de vida que la de sus padres y abuelos. Cuando se pueda constatar que el estado, independiente de quien este momentáneamente en el poder, ha seguido una política de estado que conlleve un desarrollo social y sanitario sostenido cubriendo las necesidades básicas de un ser humano, podríamos creer que el futuro fue mejor que el pasado.

Sin embargo, si analizamos la falta de empleo, la actual situación socio política, sanitaria, educacional, vial, alimenticia de ciertas zonas, como el Sur de la provincia de Chimborazo, por ejemplo, constatamos que sigue igual, manteniendo la mayor tasa de desnutrición y mortalidad materno infantil del país, sin hospitales adecuados, constatamos con nostalgia y rebeldía que allá definitivamente no llegó el desarrollo. Los únicos culpables son varias generaciones de políticos vendedores de humo, demagogos, populistas mentirosos, que se sirvieron de la gente como medio para llegar al poder.

Si la salud es un derecho y el conocimiento es poder, vivimos épocas donde desde el poder muchas veces no se invierte para que exista gente saludable o que el conocimiento esté al alcance de todos. Somos víctimas de políticos de izquierda o de derecha caprichosos, narcisistas, prepotentes, megalómanos, ambiciosos disfrazados de salvadores de la patria, siempre apoyados por grupos de lambones hambrientos que les hacen el juego a cambio de migajas que les echan de la mesa principal. Mientras tanto, regiones enteras, sobreviven desamparados del estado, esperando la muerte para mejorar sus vidas.

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