Luis Intriago Luna
Pedir sanciones para el Ecuador por el solo hecho de haber salvado la dignidad del país, al sacar de la Embajada de México a un procesado y sentenciado por la justicia ecuatoriana, más allá de las consecuencias que podría sobrevenir en el ambiente internacional, es un hecho sin precedentes que un exmandatario y sus borregos incrustados en la Asamblea Nacional, hoy pretendan poner por encima del interés general de la nación, el interés particular de un delincuente como Jorge Glas, quien no tiene límites en recibir coimas por sus negociados de los fondos públicos, sin ninguna vergüenza ha tratado de burlarse del pueblo ecuatoriano, de la justicia y de la embajada mexicana al tratar engañar fungiendo falsa inocencia.
Lo grave de Correa es que creyendo ganar notoriedad, se convierte en un apátrida al pedir todas las maldiciones para el Ecuador, nada más y nada menos para el que un día fue su país, a quién finge amar; pedir abiertamente que se sancione al Ecuador, dándole iniciativas al Presidente de México que le declare la guerra a nuestro país, cerrar el puerto de Guayaquil para que veamos la hecatombe a la que llegaríamos y otras maldiciones, que solo puede salir de una mente diabólica como la de Correa y sus ovejas; aquello es traición a la patria, que en vez de ponerse de lado del pueblo que está sufriendo por culpa de su propio gobierno al haber dilapidado los fondos públicos por él y sus “40”, y que hoy están prófugos .
¡Qué vergüenza!, no causa asombro la artera actitud de Correa en su afán de volver al Ecuador para tratar de engañar nuevamente al pueblo con su acostumbrado cinismo e intentar llegar a la presidencia a efecto de seguir robando; aunque la dignidad de nuestro país jamás podrán robarla.
Aliarse con su amigo López Obrador, para causar daño al Ecuador es ser un antipatriota, exponiéndose que el pueblo y la justicia ecuatoriana lo declaren un apátrida.
Hasta que los demonios dejen de ser su guía de este mal ciudadano, que Dios nos ampare.