Lenguaje simbólico 

Yveth Romero Padilla

Yveth Romero P.

El cosmos nos lleva a pensar en algo enorme, infinito, difícil de calcular, de comprender. Ese secreto maravilloso, que nos lleva a cuestionarnos sobre el orden e inteligencia que lo rigen, también nos lleva a reflexionar si este existe en nuestro interior. 

Los antiguos sabios nos hablan de tres aspectos, tres pasos para llegar al cosmos. El primero es el caos, que no es desorden, es más bien homogeneidad, algo así como “un todo” –como la masa del pan-, que lo contiene todo, un infinito que contiene en potencia lo que se va a manifestar algún día. 

A este infinito caos, le sigue la inteligencia que es la suma de ideas, de orden, de organización -la idea del pan. 

Y finalmente está el cosmos, que comienza a desenvolverse, a materializarse -es la masa del pan en el horno y el que luego nos servimos en nuestra mesa. Hay que reconocer que todo tiene un lenguaje simbólico. Por ejemplo, cuando hablamos de “transmutación”, podemos pensar y ver una semilla que cae en la tierra fértil, que nace, crece, nos da flores y frutos. Un negro carbón que por presión y temperatura se ha convertido en un bello diamante, es además, símbolo de “purificación”, de oscuridad hacia la luz; ¿sucede lo mismo en nosotros? Sin duda así es. Los símbolos del caos y el cosmos son una constante de cada día. Están en nosotros, somos un caos dispuesto al orden, plenos de leyes maravillosas que nos rigen, naturaleza y seres humanos. Somos parte de ese Todo

Simbólicamente vemos en la naturaleza: orden, equilibrio, justicia, belleza,  un por qué y un para qué, nada está al azar; y, si nosotros somos parte del macrocosmos, existimos con una finalidad. Tal vez algún día lo podamos entender si logramos ver en el lenguaje simbólico de la naturaleza y cosmos.

Nueva Acrópolis Santo Domingo