​​Injusticia en el tránsito

Luis Intriago Luna

Luis Intriago Luna

Ante tanta injusticia en las desproporcionadas multas generadas por las infracciones de tránsito, considero que alguien con criterio de justicia y equidad debería ir a la Asamblea Nacional a efecto de corregir la absurda Ley de Tránsito que sanciona a todos por igual a pretexto de que la ley es igual para todos. No obstante, esta ley es discriminatoria e injusta, porque no hace diferencia entre ricos y pobres, y vulnera derechos constitucionales.

Las sanciones de tránsito están mal copiadas, emulando a otros países, donde el poder adquisitivo es a veces seis veces mayor al nuestro. No es justo ni equitativo proponer multas de trescientos y ochocientos dólares a los infractores sin razonar que hay conductores que apenas ganan para medio sustentar a su familia y que son la mayoría de los ecuatorianos.   

Las multas de tránsito tienen que ser diferenciadas, de acuerdo con una escala económica, y considerando el avalúo del vehículo, así los de alta gama pagarían más; por el precio de su prepotencia y arrogancia, pero los humildes que paguen mediante una tabla según el valor del vehículo. 

Debe haber equidad y justicia en las leyes de origen culposo, considerando que hay avalúo de vehículos que no llegan ni a mil quinientos dólares, como aquellos que venden legumbres o cargan desperdicios, quienes generalmente apenas ganan diez o quince dólares diarios y que por algún desperfecto eléctrico o mecánico el vigilante los cita con sanciones de 60 y 100 o más dólares.

 Qué tremenda injusticia que se comete con la mayoría de los conductores ¡Por Dios! Señores asambleístas, la propuesta debería ser que aquellos que no están imbuidos de amor al prójimo, no deberían aspirar a ser asambleístas. Por lo que sostenemos que las multas deberían ser diferenciadas, observando el valor del vehículo y la capacidad económica del conductor. No es verdad que el pago exagerado de multas somete a los conductores a la rectitud. De ser así, no hubiese tantos accidentes ni muertes; lo que sí es seguro es que con más educación y capacitación cambiaríamos a los seres humanos.

 Hasta que la conciencia política se llene de humanismo, equidad y justicia, que Dios nos ampare.

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