Ingeniería social

Orlando Amores Terán

Orlando Amores Terán 

Varias damas se ofenden con la aberrante ingeniería social, que trata a la mujer como sujeto incapacitado, al que tiene el Estado que acudir en su auxilio, para que conste en una papeleta electoral, lo cual degrada las históricas luchas de la mujer por el derecho al voto, por la igualdad ante la ley. 

El acceso a una dignidad de elección popular, a un cargo público, debe sustentarse en la aptitud e idoneidad, no en un «igualador jurídico«. La ingeniería social impone extravíos como el CPCCS: «órgano estatal de control social», lo cual es una anomalía, porque el control social es la actividad fiscalizadora de la sociedad civil hacia quien ejerce poder público delegado. El control social no puede provenir del sujeto a control, y peor aún ser designado por quien tiene que ser controlado (Estado). Del mismo modo, no pueden los delegados al ejercicio de una dignidad pública de elección popular, decirnos como debemos delegarles en una papeleta electoral. Es torpe que el mandatario ordene al mandante.

Además, la ingeniería social, trata a la mujer no con igualdad, todo lo contrario, la trata como minusválida mental, como la incapacitada que no puede ganar por si misma un sitio electoral, a tal punto que debe crearse una ley para ubicarla, no por sus méritos «per se», sino por imposición estatal y la pone a confrontar con el hombre, la utiliza, para cumplir su objetivo: conflictuar. Todo ello afecta a la decisión del elector, que no puede votar de acuerdo a los atributos del candidato de su preferencia, porque está obligado a respetar una ley de cupo sexual que margina a su candidato, para dar lugar a alguien impuesto. 

Si permitimos que la ingeniería social nos diseñe la vida, pronto emitirán una ley que establezca: «alternancia sexual en el poder». Cuando gana un hombre, la próxima elección debe ganar una mujer, para ello obligarán que se candidaticen solo mujeres. La ingeniería social es una estupidez. 

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