Gonzalo Yépez Palma
Entendidos en materia constitucional y diplomática aseguran que el Gobierno ecuatoriano cometió un terrible error, al incursionar abruptamente en la embajada mexicana para capturar a un ecuatoriano que tenía boleta de captura y se fue a refugiar en esa embajada para impedirlo.
Del otro lado se asegura que el Gobierno mexicano violó los acuerdos internacionales (Caracas 1954), pues no debía conceder asilo político a una persona perseguida por la justicia, inclusive con sentencia ejecutoriada.
No soy abogado, peor diplomático, como para analizar el tema en esos planos. Pero sí indigna, como a cualquier otro ecuatoriano decente y honesto, que a nuestro país se le quiera seguir “viendo la cara”. Los ojos del mundo dizque están sobre la actitud ecuatoriana. Pero me pregunto, ¿por qué no giran su mirada hacia México, Argentina, etc. que han permitido que varios ecuatorianos y de otros países, buscados por la justicia, se refugien en sus territorios aduciendo persecución política?
Primero fueron las concesiones del gobierno mexicano para prófugos, luego las últimas declaraciones desatinadas de su Presidente. ¿Qué dijeron el resto de países sobre estos temas? Claro, pero si los funcionarios de la embajada permitían la fuga del que andaba escondido desde enero, ahí sí no hubiera pasado nada. Ni la ONU, ni MERCOSUR, ni USA, ni la UE hubieran dicho nada, como han mantenido silencio en casos similares.
Indigna ver este tratamiento a nuestro país.
Ahora se viene un conflicto interno político, que va a pesar mucho en el futuro del Gobierno y, lógicamente, del país, porque si al Gobierno le va mal, al país le va mal también. Todo por culpa de una persona que tiene orden de captura, acusada de corrupción y otros delitos, y por un gobierno extranjero que viola acuerdos internacionales, irrespeta principios democráticos de otras naciones y se entromete en asuntos internos.
¿Qué pesa más: la lucha por la nación o por una ideología política?