Gratitud

Debihd Alcívar

Cada uno de nosotros al momento de transitar por el sendero de nuestra evolución nos encontramos con retos, desafíos, oportunidades que nos preparan, si nosotros lo permitimos; para continuar con el siguiente tramo.

La existencia es una continuidad de sucesos que nos dejan experiencias con aprendizajes, y al tomarlos como oportunidades, nos permiten potenciar habilidades que podremos aplicar a cualquier escenario de nuestra vida.

Al reconocer que nosotros mismos somos los constructores de nuestro camino, podemos desarrollar habilidades y medios como lo afirma Aristóteles que nos permiten allanar el sendero y reparar los malos pasos. Estos recursos, como el filósofo ateniense nos indica, son el ejercicio de las virtudes.

Entre estas encontramos la gratitud que, como toda virtud, con práctica constante podemos desarrollar y, con ella tomada de la mano, encontraremos aspectos que nos permitan crecer, aprender e integrar en nuestra vida cotidiana, y así, quedarnos con la enseñanza provechosa de toda situación que surja por fuerte o desagradable que nos parezca.

Séneca nos dice que “La gratitud no es solo la mayor de las virtudes, sino la madre de todas las demás”.

La gratitud viene a ser como darle la vuelta a la tendencia a quejarse, y a pensar en lo que no tenemos; es ver oportunidades donde los otros ven obstáculos. Es la actitud de valoración que nos hace reconocer y apreciar lo bueno, lo bello, lo justo y lo cierto en cada ocasión, y, surgiendo así el deseo de servir para que este ideal se plasme cada vez con mayor claridad.

 

En sí la gratitud aporta sentido al pasado, plenitud al presente y perspectiva de certeza al futuro, al practicarlo nosotros lo transmitimos.

 

Nueva Acrópolis Santo Domingo