Filosofía

Delia Steinberg Guzmán

Aunque digan que la filosofía es impráctica y que no sirve para nada, nos reafirmamos diciendo: las grandes preguntas, las grandes inquietudes…, ¿dónde se contestan? ¿Qué hacemos con aquello que nos asalta cuando uno se encuentra a solas consigo mismo: y por qué la vida, y por qué la muerte, y por qué el dolor, y por qué envejecemos, ¿y por qué nos pasan las cosas que nos pasan? ¿Por qué hay sufrimiento, y por qué se puede pasar del sufrimiento a la alegría y de la alegría al sufrimiento, y qué es lo que nos conduce como un viento de una cosa a otra? ¿Por qué tenemos temores y por qué dudamos…?

Y cuando surgen estas preguntas, o las respondemos o viviremos perpetuamente angustiados porque habremos echado una cortina delante de nuestros ojos demostrando no ver lo más importante.

Aunque pasen los siglos, el ser humano se seguirá planteando estos interrogantes. Y basta que nos exijan una respuesta para que la filosofía se vuelva útil y práctica, y necesaria.
La filosofía es la gran educadora; es la que nos enseña. No vamos a llegar a ser sabios, pero por lo menos tendremos algunos temores menos, algunas dudas menos de las que teníamos antes; no vamos a mirar a la gran verdad, pero empezaremos a tener algunas certezas.

Una buena educación forma y transforma; es alquimia interior. Esa educación formativa, de transformación, como nos decía el profesor Jorge Ángel Livraga, no es una educación de forzar a la gente; no se puede torcer la personalidad humana.

En todo caso es una educación que nos tiene que liberar de muchas ataduras y de muchas deficiencias, y de muchas inseguridades y temores. Y tenemos que aprender con la práctica. Nos falta la experiencia. Hay que llegar a ser uno mismo.

Nueva Acrópolis Santo Domingo