Orlando Amores Terán
Nos invitan a presidir un evento en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, una formal distracción, para que todo siga igual en la región.
Es ¿Delincuencia organizada transnacional? O narcoterrorismo internacional.
Las dos tienen diferentes modos de encarar su lucha, por tanto, si al narcoterrorismo lo tratamos como «crimen organizado», actuamos de modo favorable a su expansión.
Naciones Unidas, que cada vez, a los ciudadanos nos somete más, a normas restrictivas en el lenguaje, en la educación, en la cultura, en la alimentación, en la salud, en la distracción, en la producción, en la diferenciación sexual; mientras a los criminales, terroristas les otorga cada vez, más derechos y más garantías; solo va a «abordar los desafíos y las amenazas», no las formas de neutralización del problema.
Tanto es así, que nada dice, ni dirá, a este respecto, sobre el repudio diplomático a las narco-dictaduras de Cuba, Nicaragua, Venezuela, Bolivia, a las que acepta con beneplácito, mientras sus pueblos están sometidos por narco-Estados pobristas, asesinos, porque las armas con las que se mata, las paga el hampa política; los lugares en que se mata, los controla el hampa política; los sicarios que matan, están vinculados al hampa política.
Hay que demostrar las consecuencias políticas, sociales, económicas y culturales nefastas, hasta que el narcoterrorismo, autodenominado socialismo del s.XXI, pierda respaldo social y apoyo internacional.
Si la democracia no elimina el narcoterrorismo, la democracia muere, porque el embuste prospera, la justicia colapsa, la vileza se extiende, y la memoria se pierde en el olvido.
Cuando todo esto sucede, triunfa la amnistía a los perversos, a los canallas de la historia.