Época de rebeldía

Ruby Mena Melo

Ruby Mena Melo

En las sociedades democráticas, nuestras creencias forman parte de la libertad individual que las personas disfrutan, pero estas creencias dependen necesariamente del entorno social en el que vivimos. Tal condicionalidad no significa restricciones a la libertad.

Libertad significa respetar a los demás y aceptar las consecuencias de las acciones y palabras basadas en el libre albedrío, este no puede ser contrarrestado ni influenciado por nadie más que por nosotros mismos, de lo contrario, se convierte en libertinaje por arrogancia, terquedad o rebeldía. Las personas necesitan la libertad de explorar y experimentar para descubrir quiénes son y qué quieren en la vida. También les permite tomar decisiones y aprender de sus errores.

El libertinaje es un abuso sistemático de la libertad personal sin tener en cuenta los derechos de los demás. En nombre de esta falsa libertad, se puede causar daños físicos, emocionales y ética, y violar importantes derechos humanos.

 Los excesos de esto están asociados a la falta de moralidad y empatía, la delincuencia, el abuso y el irrespeto. Pueden ser peligrosos, sin límites ni restricciones pueden involucrarse en comportamientos destructivos. La falta de límites puede conducir a la irresponsabilidad y ausencia de disciplina, lo que puede afectar negativamente en el futuro. No se trata de una cuestión de acciones concretas, sino del trasfondo de las mismas.

En esta época de rebeldía, las personas suelen moverse buscando la gratificación, actuando por impulso y desafiando a la autoridad.

Es, justamente, la creencia en el progreso infinito de la sociedad, ligada al ejercicio del poder, lo que nos obliga a tolerar las acciones ‘incorrectas’ de los demás. Se han de respetar sus derechos incluso si no respetan los de quienes actúan con sentido común, pues, actualmente, la tolerancia solo se aplica en su posición.

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