El simbolismo del árbol

Gabriel Villalva Cassanello

Gabriel Villalva C.

Una de las formas más simples y a la vez más efectivas de acercarnos a los símbolos es volver a la naturaleza, ese mundo de formas diversas que nos cuentan historias y verdades que hemos olvidado leer, y a la que los sabios de todos los tiempos siempre supieron recurrir para revelar sus atemporales enseñanzas.

El árbol, es tal vez uno de los más antiguos compañeros del ser humano, ha estado desde siempre a nuestro lado, dándonos sombra, alimento y el aire que respiramos, dueño de un lugar del que no podemos prescindir, aunque muchas veces, nuestras ciudades modernas se olviden de ello.

Como símbolo, el árbol es la columna primordial, el puente natural que une el cielo y la tierra, sus raíces clavadas en la profundidad de la tierra,  que le nutren y sustentan, son el símbolo por excelencia de la búsqueda del conocimiento que afirma; su tronco leñoso que se levanta vertical, simboliza la virtud, esa fuerza que en el ser humano se traduce como una potencia del alma, la misma que le permite ser verdaderamente humano, y hacer aquello que por deber está llamado a hacer; sus ramas y hojas que buscan el sol, son las nobles aspiraciones, la búsqueda de lo superior, de la luz del entendimiento que llamamos filosofía y que es la fuente de otra vida, una más sutil, que lo alimenta y fortalece; las flores y los frutos son la obra que comparte y entrega al mundo el hombre de bien, aquel que no ha vivido solo para sí mismo, y que en la superación de su egoísmo logra dejar algo para los demás, un buen ejemplo, una palabra que se convierte en enseñanza, un camino digno de ser caminado.

En el mes de abril recordamos el Día de la Madre Tierra, y de entre todos sus seres, hemos querido recordar a éste, el árbol. No perdamos la oportunidad de maravillarnos con lo que su sola presencia es capaz de enseñarnos y así volver a ser capaces de leer en ese antiguo libro llamado naturaleza.

Nueva Acrópolis Santo Domingo