El pueblo pregunta

Luis Intriago Luna

Luis Intriago Luna

Cuántas muertes y delitos atroces  han venido ocurriendo en el Ecuador desde hace mucho tiempo y obviamente se le entrega la responsabilidad a la policía y a la Fiscalía  como órgano de acción pública para esclarecer los hechos y acusar a los responsables de tales delitos. Es que el pueblo pregunta y tiene derecho a saber: ¿cuántos casos son descubiertos, hasta para tener confianza en la justicia?

El pueblo ha sido testigo de los más crueles y horrendos crímenes, robos y asaltos, de los cuales conviene citar algunos que refresquen la memoria colectiva. ¿Quién  mandó a asesinar a Quinto Pazmiño  y a su esposa?, porque éste hablaba de unos “pativideos”. O quién ordenó la muerte del periodista Fausto Valdiviezo, quién fue el autor intelectual de la muerte del general Gabela, quién asesinó al alcalde de Manta Agustín Intriago, quién acabó con la vida de Fernando Villavicencio para impedir su participación en el debate a la Presidencia de la República, sabiendo que con su ilustrado criterio iba a superar con mucha solvencia y conocimiento a todos los contrincantes y ganar en una sola vuelta.

Hay cosas que no se pueden tapar con un dedo y que el pueblo intuye, inclusive quienes son los responsables, pero no se les da micrófono para gritar las verdades al mundo y otra es que no darían credibilidad a su criterio, pero la verdad es una y el pueblo la tiene. Ese pueblo sabe que existen algunos seres siniestros que desde algún punto del planeta están interesados en causar daño al país, con una sola consigna: “si no soy yo, no será nadie”.

Por otro lado, se vive intrigado que haya delincuentes que asaltan a grandes instituciones financieras y que se han llevado millonarias cifras y hasta ahora el pueblo no tiene un reporte positivo de quienes han cometido tales delitos. Es necesario que el pueblo esté informado de todo y no que se maneje con supuesta reserva, cuando ya está descubierto el crimen. Perdón, pero el pueblo es el mandante y no deben ocultar nada a título de reservado; sin encubrir a nadie.

Desde esta tribuna exigimos decir la verdad al pueblo, caiga quien caiga. Hasta que tengamos una justicia diáfana, que Dios nos ampare.

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