En el Ecuador viven más de un millón de indígenas de catorce nacionalidades diferentes, muchos de ellos en condiciones altamente vulnerables.
Durante muchos años los indígenas han sido reprimidos y abusados, siendo esclavos de la pobreza, ligeros en educación y sin acceso a un derecho fundamental la salud. Hecho totalmente reprochable, la falta de políticas y atención que requiere esta parte de la población debe ser atendida.
Sin embargo, la historia que hoy están escribiendo atenta con varios principios constitucionales de la otra parte de la población que también busca un país más honesto y próspero, la destrucción jamás otorgará construcción; éstos hechos están poniendo en la basura “la libertad de expresión”. Hay que batallar y ser el cambio que el país necesita ver.
Es fácil decir que combaten por la justicia cuando se perjudica a terceros, es fácil decir que ejercen un derecho cuando vulneran otro, es fácil dañar bienes públicos so pretexto de una lucha social.
Sus argumentos tienen fundamentos, pero cuando encontramos piedras en contra de los hermanos ecuatorianos la teoría de la lucha se descalabra, lamentablemente los medios de comunicación no transmiten qué sucede cuando una persona quiere viajar a otra ciudad porque necesita urgente atención médica, cuando un niño quiere ser la diferencia, pero no puede acudir a la escuela, cuando un ciudadano sale a trabajar asustado porque es agredido.
Buscar la “paz” haciendo la guerra jamás será el camino, porque lamentablemente quienes asumen las consecuencias de la violencia siguen siendo ecuatorianos que también buscan los cambios que tanta falta nos hacen.
En una época tan difícil por los diferentes conflictos que invaden al Ecuador, la fatídica pandemia que aún no termina, la crisis mundial por la guerra, nos deja solamente números negativos, no podemos seguir generando violencia porque no encontraremos paz.
Recordemos a Ghandi con una de sus grandes frases: “Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia.”