Diatriba

Henry Basurto Jimbo

La opinión pública es un arma, que sabiéndola usar, es poderosa para los fines que menos se lo espera. Una mentira repetida varias veces se puede convertir en verdad, dependiendo de quien la difunda o en donde se la publique. Muchas mentiras han sido publicadas en espacios de opinión en las que la envoltura de verdad no es cuestionada, ni tampoco es colocada en la palestra de la duda o de la censura.

El poder por su parte, acaparando nuestra atención, ha delimitado el terreno de la acción; sobre todo en aquellas cuestiones de la vida, que por su delicadeza, opinar o refutar los argumentos puede ocasionar se le acuse de misántropo, aunque su intención inicial no sea la de destruir a los grandes. El asunto es que no es compatible, para un gobernante, ser consultado en los asuntos en los que el erario ha sido mezclado con sus bienes.

Nunca faltan aquellos que su lealtad se encuentra comprometida con su participación en los asuntos de cuello blanco, pues la idea de que caiga su patrón es sinónimo de su destrucción inminente, sobre todo porque la máscara de las mentiras caerán juntamente con su fama, poder y riquezas, haciendo grande su ruina y escandalosa la gran cantidad de asuntos ocultos en los cuales usted ni yo nos podamos imaginar.

Un Ministerio de Control de la verdad es imposible funcione en nuestros países latinoamericanos, no porque no existan los recursos, sino porque la corrupción ha ganado terreno en los espacios de poder; inclusive para que se nombre a aquel que se encargue de administrar tal institución tendrá que estar alineado a los intereses de aquel que lo elija o en su defecto no le cuestione sus decisiones ni su actuar. Es decir, no existirá una verdadera independencia, la verdad quedará mal contada, mal difundida y distorsionada a lo que es real.

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