Derogar la violencia

Emily Torres Larriva

Emily Torres Larriva

La violencia de género es un problema social que ataca a millones de personas en todo el mundo, su propagación genera repercusiones personales, familiares y sociales.

En nuestro país, hemos normalizado la violencia como parte de nuestra cultura, para enterrarla es importante reconocer el gran daño que ocasiona, dejar atrás esta parte histórica que nos deja número negativos, muertes y problemas no solucionados.

La violencia de género convive con los ecuatorianos, vive en las calles y escuelas, se encuentra representada en los diferentes escenarios sociales. Un estudio realizado en nuestro cantón en el año 2016, nos cuenta: “el 81% de las mujeres ha experimentado violencia en espacios públicos, tales como calles, plazas, mercados, escenarios deportivos, parada de buses y a la salida de instituciones educativas; 69% de las mujeres entrevistadas siente miedo al transitar en espacios públicos; el 75% de las mujeres ha sido golpeada o lastimada en espacios públicos, y más de la mitad de mujeres han sido perseguidas en la calle”. 

Los roles, estereotipos y estigmas sociales de siglos atrás deben cambiar, creencias absurdas que hemos heredado, el hombre no es sinónimo de violencia, agresión, impulsos incontrolables; la mujer no es equivalente a sufrimiento, sexo débil e inferioridad, somos complemento y queremos un mejor mundo, en donde los derechos se veneren por igual, en donde hombres y mujeres podamos sentirnos seguros en espacios públicos, en donde los valores se fomenten desde casa, en donde la justicia sea eficiente y eficaz, en donde las diferencias nos permitan construir igualdad de oportunidades.

Para que todo esto deje de ser una utopía debemos concienciar a nuestros semejantes, familiares, amigos y vecinos, en todos los actos que hacemos diariamente podemos ser el ejemplo que necesitamos cristalizar, debemos atender las cifras e índices alarmantes que nos cuentan lo que está sucediendo a nuestro alrededor, la sensibilidad nos permitirá entender que no debemos esperar ser víctimas para ejecutar actos proactivos.

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