Consumismo desmedido

Ruby Mena Melo

Ruby Mena Melo

La cultura popular, o cultura pop, es un fenómeno que ha moldeado y reflejado la sociedad a lo largo de las décadas. Abarca una amplia gama de elementos, como la música, el cine, la televisión, la moda, los deportes y la tecnología. Estos elementos, a menudo efímeros, reflejan los gustos, valores y preocupaciones de una sociedad en un momento dado, consumida por el más amplio público. A lo largo de la historia, ha desempeñado un papel importante en la construcción de la identidad y la comunicación de masas, así como en la promoción de la diversidad y la inclusión.

Las tendencias evolucionan, los ídolos y las celebridades surgen y desaparecen. Esto es un reflejo de la naturaleza en constante cambio de nuestra realidad, donde las preferencias y valores también se desarrollan con el tiempo.

Este término fue acuñado en el siglo XIX, y hacía referencia a las formas de cultura tradicionalmente atribuidas a las clases sociales desfavorecidas, en oposición a la cultura de las élites, considerada como cultura ‘oficial’. Por eso se hablaba también de ‘alta cultura’ y ‘baja cultura’.

Hoy en día la noción de cultura popular se vincula más bien con el folklore y las tradiciones locales, en oposición a una cultura ‘global’ o internacionalizada, típica de las redes digitales y el mundo 2.0, o de las emisiones masivas de televisión.

Sin embargo, no todo es positivo. La comercialización excesiva y la superficialidad a veces prevalecen, promoviendo un consumismo desmedido y una obsesión por la imagen. Además, a menudo puede perpetuar estereotipos o influir en la percepción distorsionada de la realidad, especialmente en las generaciones más jóvenes.

Es esencial que la sociedad sea crítica y consciente de la influencia de la cultura pop y tome medidas para aprovechar sus aspectos positivos mientras aborda sus desafíos.

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