Consulta muy frágil

Luis Intriago Luna

Luis Intriago Luna

Se anuncia en la consulta popular que se van a aumentar las penas y, obviamente, se enfoca en la seguridad de los ecuatorianos. No obstante, podría ocurrir lo de siempre: que la Asamblea se llene de tecnicismos científicos y, entre otras medidas, pasen el tiempo revisando códigos y confrontar con el Derecho comparado de otros países, o sometan a la lupa de los Derechos Humanos y promulguen incremento de penas sutiles que no afecten ejemplarmente a los delincuentes.

Hoy para volver a la isla de paz, el legislador deberá tomar muy en serio el problema que está causando el delincuente y considerar la urgencia de proponer correctivos ante la inseguridad que está viviendo la ciudadanía. No es posible que, mientras por un lado se intente crear más empleo, por otra parte, se cierren cientos de negocios diarios.

Hay que endurecer las penas, sí, pero con el carácter ejemplarizador que cause impacto en el delincuente. Un ejemplo de ello es que el solo hecho comprobado de una amenaza extorsiva merecería la pena de 20 años mínimo para estos sujetos y, hay que sacarlos de circulación, aislando su presencia ante la gente buena y emprendedora; sumando las penas y no permitiendo medidas sustitutivas de ninguna clase, hacer que los familiares paguen la alimentación del reo en la cárcel.

Hoy, la ley penal está mal concebida. No hay sindéresis entre la pena por muerte, que es desde 20 años, y la pena por tráfico, que es hasta de 30 años. La vida es supremamente más importante que el tráfico de drogas; por tanto, se debería criminalizar con el triple del narcotráfico. Obviamente, todas las penas deberán ser triplicadas.

Considero que el pueblo, esta vez, aprobará la consulta y estará de acuerdo frente a la necesidad de tener más protección. Que las Fuerzas Armadas estén en las calles, que no se criminalice la legítima defensa de la policía ni de las Fuerzas Armadas, ni del ciudadano común que actúe en legítima defensa. Tampoco se opondrá a la evaluación y fiscalización de jueces y fiscales. 

Hasta que aquello ocurra, que Dios nos ampare.

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