Censo inútil

Luis Intriago Luna

Luis Intriago Luna

El pueblo responde absorto y un tanto confundido a las preguntas del censo; observamos con estupor y hasta con vergüenza ciertas preguntas, como cuál es la preferencia sexual, se inclina usted por el sexo masculino o femenino; esa pregunta se la hacen a un hombre y de la misma forma le preguntan a la mujer, aquello es absurdo y hasta bochornoso.

Muchas son preguntas inoficiosas que no revisten ninguna importancia, lo que el pueblo desea es que le resuelvan sus problemas; por tanto, bien pudieron resumirse en seis preguntas sobre: alimentación, vivienda, estudio, salud, trabajo y población; esto es lo que indudablemente quiere saber el pueblo y cómo el gobierno debería resolver, en virtud de aquellos graves problemas que encierran estas seis preguntas, y no hacer preguntas intrascendentes que no solucionan ningún problema posterior.

Preguntar si mi preferencia sexual son los hombres, siendo  un varón, causa hasta enojo y bochorno, pues pensamos que estamos perdiendo el norte  al poner en duda la virilidad de los hombres y la feminidad de la mujer del Ecuador; pues debería pensar que todos estamos equivocando el rumbo ¡Por Dios! señores no dudemos de nuestra sexualidad ; somos varones y mujeres por naturaleza divina, no hay por qué  tener miedo a nada ni a nadie, si es obvio y natural pensar que el 99.99% tenemos nuestra sexualidad bien definida; por ello se debería hacer preguntas correctas que permitan dar soluciones correctas.

 El ejemplo sería: cuántas veces comen al día, cuántos no tienen vivienda, cuántos estudiantes no tienen cupo en las universidades, cuántas personas no tienen trabajo, cuántas personas están enfermas y no le dan atención y medicina en los centros de salud del Estado, cuántos somos en el Ecuador.

Estas sencillas preguntas darían la radiografía perfecta para solucionar cada situación, si es que quisieran apoyar a corregir concretamente estos seis grandes problemas de la población ecuatoriana y no actuar con ilusa candidez que raya en el absurdo. Hasta que actúen con sensatez y responsabilidad que ¡Dios nos ampare!

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