Mesías Mestanza Solano
Los medios informativos y las redes sociales nos dan cuenta todos los días de diagnósticos en cuanto a seguridad, pero no se arriesgan a decir cómo hay que hacer, lo que me hace suponer que poco saben de técnicas y estrategias en esta materia.
La política criminal es el conjunto de respuestas que el Estado adopta de manera integral para frenar la delincuencia y criminalidad para garantizar la paz de la sociedad civil. Pero entonces, se hace necesario comenzar… ¿cómo?:
1.- Reformando la Constitución por medio de una Asamblea Constituyente, cuyos miembros serán escogidos por la ciudadanía mediante Consulta Popular, con poderes especiales para reformar la Constitución, a la par que los nuevos asambleístas reformen el COIP y más leyes secundarias garantistas de quienes actúan fuera de la ley.
2.- Eliminando las medidas cautelares de prohibición de salida del país y la presentación periódica que son una burla; con el objetivo de que la prisión preventiva quede en primera línea; eliminando la sustitución de medidas cautelares; borrando del COIP la famosa suspensión de la pena impuesta en sentencia al condenado; dejando sin efecto las rebajas de penas; en fin, eliminando tantas garantías de los procesados y sentenciados, porque con la actual Constitución y el COIP, no hay preso que se resista… (sale porque sale).
3.- Que Fuerzas Armadas al igual que la Policía Nacional tengan como responsabilidad la protección interna del país.
4.- Construyendo cárceles más grandes y seguras que ni siquiera se parezcan a las escuelas del delito llamadas “Centros de Rehabilitación”, con verdaderos inhibidores de señales comunicacionales; que las seguridades electrónicas estén a cargo de Fuerzas Armadas (bien pueden manejarse desde los cuarteles) y no por los reos.
5.- Que a nuestros fiscales y jueces les remunere el Estado con un mínimo de 10 mil dólares, para que cuiden su cargo y no piensen en redondear sus sueldos. Deberían tener seguridad permanente.
Comience, Presidente Noboa, con estas pequeñas sugerencias de un humilde bolivarense.