Camino del héroe

Gabriel Villalva Cassanello

Los símbolos son verdades ocultas, así en el teatro las máscaras y vestuario transforman a actores desconocidos en personajes que amamos o detestamos, con los que reímos o lloramos; así, una verdad arquetípica, misteriosa y lejana, se viste de los elementos propios de un lugar y un tiempo para hacerse accesible, y comunicar con elementos que ahora nos resultan familiares y entendemos, aquello que debe ser comunicado.

Hércules, o Heracles, héroe mítico de la cultura griega. Es hijo de Zeus (inmortal) y de Alcmena (mortal). Representa el fruto del espíritu hendiendo con su impulso la materia. Zeus anuncia que ha engendrado a Hércules ante el consejo de los dioses olímpicos. Pero Hera, su esposa celeste, símbolo de la Ley, decide que solo podrá estar entre los inmortales si supera todas las pruebas que le envíe.

Hércules como un ejemplo de esos antiguos mitos, muestra, en su clave psicológica, al ser humano interior. Todo aquello que el ser humano puede lograr y conquistar se encuentra simbolizado en sus proezas. Pero estos logros no serán obsequiados gratuitamente, serán conquistas penosamente alcanzadas. Y es que tal vez, en una cultura en la que se hace culto al confort, en la que la gran mayoría se deja llevar por el mínimo esfuerzo, en donde la puntualidad, el detalle, y la búsqueda de perfección son incluso mal vistos, la búsqueda de la virtud suena algo fuera de lugar.

Es evidente para nosotros mismos, nuestra sociedad y el mundo, que requieren urgentemente de personas capaces de enfrentar la adversidad. Hoy en día tal vez no es tan necesario un cuerpo fuerte como en la antigua Grecia, tanto como una mente y psiquis fuerte, capaz de enfrentar la incertidumbre y el desconcierto generalizado, con voluntad, inteligencia y una fidelidad a los principios y valores para resistir las más duras pruebas.

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