Antirracismo

Anita Caicedo

Quizá sea necesario hablar de raza, y de cómo el lenguaje que actualmente empleamos nos impide tener una conversación honesta relativa a la raza y el racismo, creo firmemente en que el lenguaje tiene mucho poder respecto a cómo interactuamos con el mundo que nos rodea, ya que, es la herramienta que nos permite verbalizar y conceptualizar nuestros pensamientos.

A través de la historia se expresa que el mestizaje es un hecho, principalmente ocurrido en territorios que fueron arrasados por el proceso colonial. Si lo vemos desde la perspectiva genética-biológica, todos somos mestizos, pues en nosotras(os) está la mezcla de todos los distintos genotipos raciales que han tenido lugar en nuestro árbol familiar. Sin embargo, el racismo no emerge según nuestros genes, sino, según como se nos etiqueta contextualmente en la sociedad en la que nos vemos insertados.

Quizás te identificas como mestiza(o), pero, si consideras tu experiencia cotidiana, ¿es el racismo una problemática frecuente? Nosotras las personas racializadas no tenemos el privilegio de no pensar en nuestra raza, porque esta categoría nos persigue en todas nuestras interacciones cotidianas. Está en las bajas oportunidades laborales y académicas, en el trato institucional que se nos da, en la hipersexualización de nuestras corporalidades, en la educación eurocéntrica, en la falta de representación en política, televisión, y demás.
Combatir ese esencialismo racial es reconocer que las personas “blancas” no nacen racistas, sino que, son socializadas en el privilegio de su (no)raza -porque finalmente, lo que significa ser blanca(o) en una sociedad racista es ser una persona cuya raza “no importa”, porque es la raza “normal”, no denominada-.

Entonces, ser blanca(o) no es una condena de volverse el enemigo, sino que, es una posición privilegiada que puede ser usada a favor del antirracismo. Angela Davis, en su libro “Mujeres, raza y clase” visibiliza a varias mujeres blancas que dieron su vida y su libertad por la lucha contra la esclavitud. Con esto, quiero decir que lo malo no es ser “blanco”(a), sino que, es ser una persona “blanca” que por ignorancia o autoprotección no reconoce los grandes niveles de desigual, ni los matices racistas de la opresión, clase, etc.

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