Una desabrida victoria

La ajustada victoria de Lula Da Silva, uno de los forjadores del nefasto Socialismo del Siglo XXI en el Foro de Sao Paulo, el 1 de julio de 1990, hizo que este regresara a los 20 años al poder.

De un electorado de más de 156 millones, la mínima diferencia de 2 millones de votos separó a ambos candidatos: 50.9 % Lula y 49,1 Bolsonaro. Triunfo “más apretado que calzón de torero” que sin duda es una victoria pírrica, pues ante las infladas expectativas izquierdistas, fue un triunfo con sabor a derrota.
Por sobre una ideología que jamás compartiremos, reconocemos en Lula a un líder íntegro, que no huyó cuando la justicia de su país lo sentenció por presunta corrupción, no fue a radicarse a Europa o en algún país vecino, para desde allí vociferar que es un perseguido político. Tuvo la hombría de pasar 580 días preso en las cárceles brasileñas, tan peligrosas como las nuestras. Lula fue siempre orgulloso de su origen humilde, de padres obreros pobres pero honrados; nunca se jactó de su roce con las altas élites internacionales económicas o intelectuales, ni departió con traficantes; el tiempo que pasó luego de sus dos periodos de gobierno 2003-2010, y que no estuvo preso, lo pasó en Brasil, siempre su partido fue el PT, Partido de los Trabajadores, jamás tuvo que “alquilar” partidos como hacen nuestros robolucionarios.
Ni Correa ni su cuadrilla, han hecho los méritos de Lula y el PT, él uno está “cómodamente prófugo” viajando por el mundo, con el dinero robado a los ecuatorianos, los otros cínicos cuya peor sentencia es la de su propia conciencia, viven a cuerpo de rey como “pobres asilados” reuniéndose continuamente a festejar con su jefe, mientras que en Ecuador algunos obnubilados, les dan loas y los añoran, pues “una cosa piensa el borrego y otra el que lo trasquila”. Los SSXXI celebran una desabrida victoria y Lula gobernará un país totalmente dividido. Minimizar la pandemia fue el peor error de Bolsonaro, seguramente las familias de los 755.000 brasileños fallecidos por Covid, no le perdonarán nunca su indiferente y torpe manejo de la pandemia, pagándolo muy caro en las urnas, de no ser así, hoy, otra fuera la historia.