Año bisiesto

Rogelio Morales Cattani

Nuestro calendario de origen romano, hasta el siglo I a.C., era lunar y el año tenía 355 días repartidos en 12 meses. Comenzaba en marzo en honor a Marte el dios romano de la guerra y terminaba en febrero; septiembre, octubre, noviembre y diciembre representan los meses séptimos, octavo, noveno y décimo.

Los llamados “pontífices” adujeron que ese calendario no coincidía con el “ciclo solar” y Julio César, en el año 46 a.C. a sugerencia del astrólogo Sosígenes de Alejandría, quien calculó que el año tiene 365 días y cuarto, elaboraron un nuevo calendario con doce meses, seis de 31 y cinco de 30 días, febrero seguía siendo el último mes del año y tenía 29 días dos años cada tres y 30 días el restante. Era el calendario llamado Juliano que se usó a partir del año 45 a.C… Luego el Senado en su honor, llamo Julius al quinto mes.

En el año 8 a.C., para coincidir plenamente con el “año solar”, el emperador Augusto reformó el calendario donde existiría un año bisiesto cada cuatro en lugar de cada tres años. Así, el Senado le dio el nombre al sexto mes o Augusto, que tendría solo 30 días y julio 31. Aparentemente “no era justo” que Julio César y Augusto no sean iguales y le quitaron un día a febrero para aumentarle uno a agosto. Por eso el mes de febrero ahora tiene solo 28 días y agosto 31, además que julio y agosto que son los únicos meses seguidos que tienen 31 días.

Posterior a Augusto vino Tiberio, quien nació en el mes de noviembre y no faltó quien quiso poner su nombre a ese mes, que también tenía solo 30 días, pero Tiberio no aceptó que se sigan sacando días a febrero y ahí nos hemos mantenido, además, la terminación del año es en diciembre y ya no en febrero y el año comienza en enero y no en marzo.

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