La conmemoración del día del trabajo se remonta a 1889, como homenaje a la huelga sindicalista que aconteció en Chicago, desde el 1 de mayo hasta el 4 de mayo de 1886, fecha en la que fueron heridos, despedidos y detenidos varios obreros, siendo condenados a la horca algunos de ellos. ¿El motivo?: reclamar y exigir una jornada laboral de ocho horas que no era cumplida por los patronos, a pesar de estar reconocida en la Ley Ingersoll. Este acontecimiento generó que el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional de 1889 declare festiva esta fecha en honor a estos sindicalistas norteamericanos.
Otro acontecimiento icónico: los más de 146 empleados, en su mayoría -123- mujeres, que murieron en 1911, en el interior de la fábrica Triangle Shirtwaist, en Nueva York, donde se desató un incendio del que no pudieron escapar porque las puertas estaban cerradas, lo que marcó un antes y después en la historia de las mujeres trabajadoras en todo el mundo. ¿La razón?: reclamar por sus derechos laborales y contra las pésimas condiciones en las que desarrollaban sus labores y con una paga mínima.
En Ecuador, la lucha obrera tiene su larga historia, siendo el hecho más recordado la represión del 15 de noviembre de 1922, donde la marcha de la Federación Regional de Obreros del Ecuador que exigía reivindicaciones laborales, fue violentamente sofocada por el fuego de soldados camuflados; y al día siguiente, los cadáveres de miles de obreros son lanzados sin vísceras al río Guayas. De este hecho nace la célebre novela “Las cruces sobre el agua” de Joaquín Gallegos Lara.
Con estos antecedentes, la marcha de las y los trabajadores, este año, tiene una especial relevancia, en medio de un proceso de debilitamiento de los derechos sociales y económicos; donde el gobierno ha sido enérgico y reiterativo en su mensaje de “evitar desmanes”. Es claro que los derechos no se encuentran en la agenda del gobierno, por lo que, al menos, se espera que el derecho constitucional a la protesta (artículo 98) sea garantizado y esto permita redireccionar la proyección de las políticas públicas.