“Yo no vendo a mis muertos”

Pablo Granja

El 29 de diciembre de 2010, asesinaron al general (sp) Jorge Gabela, quien había sido comandante general de la Fuerza Aérea Ecuatoriana. Lo hicieron con sevicia en las afueras de su casa. Con este crimen se daba inicio a una historia repleta de miseria e hipocresía; pero también de honor, dignidad, valentía y tenacidad ejemplares. Lo que constituiría un crimen planificado, se quiso tratar inicialmente como “robo con muerte”, en un intento por encubrir a los presuntos autores intelectuales, y pretendiendo desviar la atención de la inmundicia humana que estaba por detrás, porque el general Gabela había denunciado la inconveniencia técnica y el negociado que se habría producido en la compra de unos helicópteros a la India.

Durante las investigaciones aparecieron videos y grabaciones que dejaron sin piso la tesis del crimen común. La última conversación telefónica grabada que mantuvo el general fue con uno de sus antiguos subalternos al que enfrentó para decirle, palabras más o palabras menos que “ .. yo sé que me estás siguiendo por orden del sinvergüenza de tu actual jefe…, sé que estás cumpliendo con las órdenes que él te ha dado, pídele que te dé por escrito para que salves tu responsabilidad porque te voy a llamar a una confesión judicial… Si quieres seguirme hazlo más de cerca, pegado a mí, y te propongo que vengas a mi casa para entregarte toda la información que necesites…”. Antes ya se habían iniciado las comparecencias por la compra de los helicópteros accidentados con escasas horas de vuelo, durante una de las cuales pudimos verle al general Gabela que se mantuvo impasible cuando alguien le pasó amenazando con el dedo apuntando hacia su cara: “Ya vas a ver lo que te pasa HdeP”.

Doña Patricia Ochoa, viuda del general, impulsada por su dolor e indignación, decidió luchar contra la miserable impunidad que buscan los corruptos, con lo que emprendió su vía crucis. Encontró falsedad e hipocresía, promesas que no eran sino maniobras de distracción. Se logra la contratación del perito argentino Roberto Meza que entrega su informe —con cláusula de confidencialidad— en julio de 2013, al ministro de Justicia Lenin Lara —en el gobierno del Eco. Correa— bajo cuya custodia desaparece “el producto tres”, justo en el que constaban los nombres de militares y personajes políticos como presuntos responsables. Más tarde, esta “negligencia administrativa” del Dr. Lara sería recompensado por la RC con un cupo para llegar a la Asamblea Nacional.

Transcurridos un poco más de 12 años, de una lucha que habría agotado al más pintado, doña Patricia ha recibido el dictamen de la Corte Constitucional dándole acceso al informe final sobre el asesinato de su esposo. La corte se acogió a la conclusión de la Comisión de la Verdad de DD. HH. de la Fiscalía, que considera este caso como un crimen extrajudicial; también incluye la disposición para que en el plazo de tres meses se pueda obtener un nuevo ejemplar del informe final del mismo perito Meza. Fieles a su incorregible capacidad de distorsionar, el correísmo acusa a la corte de actuar políticamente para distraer la atención de la situación por la que atraviesa el actual gobierno; atribuyendo a otros lo que ellos hicieron con este caso.

En entrevista en un diario de circulación nacional, ante la pregunta sobre lo que aspira al final de todo esto, la respuesta de doña Patricia, es una bofetada de desprecio a quienes se han burlado de ella durante todos estos años; y a su vez es una monumental demostración de dignidad: “…no pido que me tengan pena ni que me paguen algún valor económico. Porque yo no vendo a mis muertos, no quiero plata…Yo busco la verdad”.