Vida en pandemia

La crisis sanitaria es el nudo fundamental de una pandemia como la que hemos soportado desde hace casi dos años, pero su existencia inunda muchos campos de la vida humana. Es un problema que ha conllevado el deterioro económico, social y sicológico de la sociedad.

No hay área de la vida que no haya sido afectada, pero curiosamente el ser humano se acostumbra a los nuevos comportamientos, al punto de que ciertas costumbres insalvables para sobrevivir se han convertido en parte de una “moda”. Lo mismo pasa en otras facetas de la vida en pandemia. La virtualidad ha inundado la existencia en todos los campos: en la medicina, se dan consultas on line; hoy más que nunca el mundo financiero se genera en línea: transferencias, pagos de servicios y otras actividades que antes insalvablemente eran presenciales ahora se hacen desde un ordenador o teléfono móvil. En los días de celebración a la madre, en los cumpleaños, las familias han aprendido a unirse vía zoom. Se envían mensajes de consuelo vía whatsapp; aun la gente mayor que estaba lejos de la vida tecnológica ha migrado a ella para huir de la soledad.

Hay una atmósfera de temor en torno a la vida. Hay inseguridad y desconfianza también. Hemos aprendido a tratarnos de lejos, a no exteriorizar los afectos, a mantenernos protegidos detrás de máscaras transparentes de mica, de guantes desechables y aun de trajes antifluidos.

Hay ocasiones en que la vida parece de ficción. No podemos conocernos. No nos identificamos detrás de las protecciones. Nos hemos acostumbrado a vernos enmascarados, despojados de nuestra identidad, pero tranquilos por ganarnos la supervivencia, mucho más cuando nos enteramos de nuevos fallecidos o contagiados.

En el plano de la educación, muchos niños que empezaron su escolaridad no conocen sus colegios ni a sus maestros. Los colegiales y universitarios están frente a una pantalla, receptando imágenes y una voz desde la virtualidad.

Lo relatado es una verdad de estos tiempos y no sabemos cuánto más nos llevará esta pandemia; a pesar de todo, tendremos que seguir luchando y adaptándonos  a las exigencias de una nueva vida como la que nos ha tocado vivir, para funcionar con dignidad en  una sociedad ojalá más humana y equitativa.