¿Uno u otro?

Matías Dávila

Matías Dávila

Parecería que para los ecuatorianos es más importante quién gobierna que lo que se espera del Gobierno. No votamos para terminar de una buena vez con la desnutrición crónica infantil, votamos para que no vuelva Correa. Si en ese intento la delincuencia aumenta el 400%, si se empeora la condición de pobreza de las clases más vulnerables, si va en picada la institucionalidad, si el narcotráfico tiene el control absoluto de las cárceles, si la palabra del Presidente perdió toda credibilidad, si no hay medicinas en los hospitales y en resumen todo parecería estar peor, no importa. Lo que interesa es que no vuelva Correa. ¿En serio eso es lo que quiere la mayoría de ecuatorianos? ¿Nos estamos jugando la paz del día a día y el derecho a una vida digna para que un pseudo ‘adalid’ como Lasso evite que vuelva Correa y deje de lado todas sus otras responsabilidades y obligaciones?

¿Necesitamos un Lasso o un Correa, o necesitamos repotenciar la seguridad social y la obra pública? Necesitamos invertir en educación para dejar el subdesarrollo. Heckman —Premio Nobel de Economía en el año 2000—  dice que la inversión educativa en la primera infancia genera las más altas tasas de retorno: por cada dólar que se invierte se reciben 17. Si lo hace ‘un’ Correa o lo hace ‘algún’ Lasso nos tiene sin cuidado al 97% de ecuatorianos: lo que necesitamos es que se haga. Estos megalómanos acomplejados, aupados por mal llamados ‘líderes de opinión’ (que no son otra cosa que periodistas cándidos endiosados por un par de aplausos del poco rating que ahora les queda) creen que son indispensables. Están convencidos de que no hay país sin ellos. Pero no hay payaso sin circo. Y aquí estamos: unos tratando de botar (no de ‘votar’) a Lasso; y otros tratando de que regrese Correa. Sin embargo, mientras cualquiera de estos dos ‘milagros’ va cuajando en el imaginario, nosotros, los mismos de siempre, a seguir aguantando un país que se ha vuelto inaguantable.