José Alvear
Es eso a lo que se asemeja la vergonzosa Asamblea, donde 137 ratas sin legitimidad y con una aprobación ciudadana del 6% (según la última encuesta de Perfiles de Opinión) no terminan de hacer sus dos tareas de forma honesta, ética, eficiente y decente. Sí, existen excepciones, pero se cuentan con una sola mano. Con una fiscalización que, últimamente, parece hecha a la medida con una prioritaria cuota de cálculo político y económico, y una legislación que otorga amnistía a quienes destruyeron nuestra capital hace apenas un año con actos terroristas, o aprueba la ley tributaria que afecta directamente a la clase media. Eso es lo que ha logrado este grupo de ratas, nos han quitado el derecho a la prosperidad, pues ese dinero que hoy pagamos mes a mes por concepto de impuesto a la renta, podría utilizarse como cuota para pagar una vivienda. En otro de los casos, estos mismos asambleístas se enojan porque los llaman a trabajar el día en que ellos “querían ver el fútbol” y se ofenden, de paso.
Pero estos ratones que corren en la rueda lo hacen en función de los intereses de sus dueños. Uno, enloquecido de poder y con sed de venganza conspira a tiempo completo desde su ático y solo piensa en romper la base democrática, pues al ser un autócrata no cree ni creyó nunca en la democracia. Por eso planea tomarse el poder y perennizarse como su compinche Maduro en Venezuela.
El segundo, con un poder cada vez más reducido gracias a sus malas decisiones y elecciones, hipotecó al partido más representativo que tenía la derecha de Ecuador con tal de no perder el control, pero en el fondo presumimos que fue a cambio de impunidad.
Un tercero, con nula experiencia en el poder político, es el que manipula a una minoría y tiene entre sus filas a supuestos violadores, golpeadores, lobistas y demás representantes indígenas. Al grito de “si van a robar, roben bien”, olvidaron su filosofía: “ama quilla, ama llulla, ama shua” (no ser ocioso, no mentir, no robar).
Hoy, estas ratas hacen gala de una de las peores combinaciones, la unión de la ignorancia con el poder. Pretenden armar todo un circo con el fin de desconocer la democracia bajo la figura de un juicio al presidente de la República. Tenemos un serio problema con estos ‘padres de la patria’.
No existe calidad en el liderazgo de este país y la única solución para suplantar la cantidad por la calidad de los asambleístas es insistir en que no perciban un salario, que sus ingresos dependan del cumplimiento de metas establecidas en cuanto a legislación y fiscalización.
Es necesario, además, cambiar la modalidad de elección. Los asambleístas deben ser electos en segunda vuelta, para evitar estos ingobernables escenarios que heredan ciertos presidentes de turno. Se tiene que abolir la elección en plancha, los electores debemos asumir nuestra responsabilidad en todo este caos y remediarlo; hay que elegir individualmente a los candidatos. Los asambleístas deben tener, al menos, un título de tercer nivel. Hay que trabajar para llegar a la Asamblea mayoritariamente y eliminar esa Constitución nefasta que dejó Correa hace 15 años, que protege a los que generan miedo, caos , terrorismo y se descuida a quienes salimos a trabajar honestamente para prosperar y sembrar un mejor futuro para nuestra generaciones venideras.