Un manifiesto por la democracia

Leonardo Laso es el actual secretario de Comunicación del Gobierno y le tocó asumir sus funciones en medio de las movilizaciones sociales de junio de 2022. Semanas antes de su designación, leí su libro ‘La comunicación al poder’, publicado en Madrid por ediciones Morata; para satisfacción como lector y como ciudadano, Leonardo es coherente entre lo que escribe y lo que hace.

En primera instancia, y como eje vertebrador de su texto, tenemos el equilibrio de posiciones políticas, la escucha permanente de la ciudadanía y la valoración de qué es lo que está sobre los intereses individuales o de grupo. Equilibrio, como lo hace el funambulista para no caer al vacío. Equilibrio para sopesar. Equilibrio para escuchar.

El cambio de paradigmas sociales hacen que las verdades absolutas de las ideologías políticas se desmoronen, pues nada es estático y todo cambia, se transforma. Así mismo, los partidos y movimientos políticos deben responder a una coyuntura diferente a como funcionaba hace tres años.

La cuarta revolución industrial está aquí y la forma de producción de sentido cambió, pero no los objetivos de la sociedad ni de los políticos, quienes solo buscan medrar y mantener su régimen de dominación. Frente a esto, Laso presenta un manual a manera de guía para poder mejorar el quehacer de lo público, para poder discutir, disentir y encontrar una acción en conjunto, basados en la comunicación.

Leonardo Laso viene de la práctica de asesorar gobiernos locales, de generar campañas ciudadanas y de conversar mucho con varios sectores, y sí, de asesorar a políticos. Su fuerza radica en que el texto está orientado para ellos, para que lo entiendan, pues por su formación y tiempo no profundizan y necesitan de guías para poder encauzar su acción.

Para muchos este libro será un compendio idealista que desentona con la practicidad de un consultor político; para nada. Es un modelo práctico de cómo mejorar la política, siempre y cuando el grupo quiera incluir a la ciudadanía en la toma de decisiones y que la propia ciudadanía se moje los pies y también participe, pero no solo con el voto.

Es necesario que los actores políticos reflexionen y aporten con su trabajo profesional, como lo hace Leonardo Laso, quien no está vendiendo un modelo de comunicación política ni una estrategia política; tampoco se publicita como el salvador de la democracia, pero aporta con su pensamiento y acción para que esta profesión, la del político, vuelva a sus orígenes: servir a los ciudadanos y que ellos se sientan representados.

Dignificar la política del consenso, la escucha y el diálogo es lo que acaba con el autoritarismo, la desinformación y la polarización. Eso es hacer democracia y eso lo encontramos en este libro, que tiende un puente entre nosotros, los ciudadanos y los que quieren hacer política.