La muerte de la democracia empieza en las urnas

Sofía Cordero Ponce

Hoy en día, las democracias no mueren por golpes de Estado militares. Sus enemigos las destruyen desde dentro, luego de ser elegidos, utilizando a las instituciones como armas para debilitar el estado de derecho. Se comportan de forma autoritaria, mafiosa y violenta, no saben de principios como tolerancia mutua, aceptación del adversario como legítimo, contención, moderación y respeto a la independencia de poderes.

Primero Metástasis, luego Purga, y lo que de ellos se desprenderá en adelante, constituyen los intentos más sólidos del Estado ecuatoriano por reconstruir una democracia tomada por el crimen organizado y las fuerzas políticas que lo sostienen. Paralelamente, son necesarias reformas dirigidas a combatir la corrupción y garantizar la seguridad, pero que también permitan enfrentar problemas estructurales de pobreza y desempleo.

Los dos últimos gobiernos recurrieron a la consulta popular para tratar de devolverle al país algo de institucionalidad. En 2018 Lenín Moreno eliminó la reelección indefinida e instauró la inhabilitación política para personas condenadas por corrupción. En 2022, Guillermo Lasso planteó por primera vez la pregunta acerca de la extradición y buscó garantizar la autonomía de la Fiscalía con respecto al Consejo de la Judicatura. La campaña por el ‘No’ fue presuntamente financiada por dinero del narcotráfico.

La consulta del domingo busca instaurar nuevas políticas de seguridad para enfrentar al crimen organizado y plantea una vez más la pregunta sobre la extradición. Respecto al empleo, la posibilidad del trabajo por horas es un intento por adaptarnos a nuevas realidades protegiendo derechos laborales adquiridos. Una vez más, las fuerzas políticas vinculadas con el crimen organizado lideran la campaña por el ‘No’, lo que nos confirma que las amenazas a nuestra democracia están intactas, pero, por tercera vez en menos de diez años, tenemos la oportunidad de darle un impulso a esta desde las urnas.