Sexo a los 14

En mis lejanos años universitarios vividos fuera del país se oía decir en referencia a la “Revolución sexual” que frente a ella había dos clases de personas: las que estaban a favor y las que tenían una hija de 15 años. Todos sabemos que la sociedad contemporánea se ha obsesionado por el sexo de manera comparable tan solo a lo sucedido en ambientes paganos considerados hasta hace poco como en franca decadencia. De allí la idea de dar permiso a los adolescentes a que tengan relaciones sexuales, libremente consentidas, independientemente de su madurez afectiva, emocional, intelectual, volitiva y hasta jurídica.  El ambiente, de manera legal e ilegal, se halla impregnado de incentivos a usar del sexo de manera indiscriminada. No hace falta consultar las estadísticas de consumo de pornografía para darse cuenta; basta ver los contenidos más o menos explícitos de todo tipo de medios de comunicación al alcance de cualquiera. No tengo idea de leyes, por eso pregunto a los juristas: ¿la pornografía es legal? ¿puede un chico o una chica tener relaciones con un coetáneo y también publicar una foto de su cuerpo desnudo en actitud provocativa? No lo sé.

De las relaciones sexuales, que me atrevo a tildar de prematuras, me preocupa en primer lugar el hecho de si son realmente consentidas con libertad. A esa edad existen muchas presiones del grupo coetáneo referencial. Recuerdo que en una universidad, donde daba clases, algunos alumnos acosaban a otros por no acostarse con sus compañeras con los epítetos de “gay”, “amargado”, a veces lanzados a grito pelado en patios y corredores. Me han contado que en fiestas de colegiales los varones les preguntan a las chicas: “¿Te dejas?”; y si alguna responde que no, nadie la saca a bailar y recibe la durísima ‘ley del hielo’.