Se avecina el referéndum

Alfonso Espín Mosquera

En el referéndum que se avecina se plantean ocho preguntas, las que leídas con detenimiento son válidas desde muchos puntos de vista, sobre todo por las malas experiencias, de toda índole, que hemos tenido a lo largo de la historia.

También parece haber una justificada suerte de vindicta pública en contra de los actores políticos, que como todos sabemos son desastrosos, ineptos en alto grado, pero fundamentalmente corruptos, con honrosas excepciones; y la Asamblea ha sido el escenario más explícito de la mala fe y descrédito de la clase política, al extremo de llegar a pensar que su presencia solamente es nefasta para la vida del país y que si no existiese, ciertamente estaríamos mejor.

Los criterios de elección del número de legisladores han ido en función del crecimiento poblacional, al punto que si en el 2021 se eligieron 137 asambleístas, para las elecciones de 2025 serían 152, cosa que enerva los ánimos cuando los vemos en sus trincas, picardías negociados, acuerdos, peleas, en el espectáculo indigno que suelen protagonizar y que hace pensar cómo el pueblo debe soportar esas acciones y las grandes mayorías vivir un día a día durísimo para llevar un pan a la mesa de sus hogares, mientras esos señores “políticos”, ganan latisueldos, ellos y otro tanto sus asesores, justamente para escenificar el bochorno nacional.

Entonces cobra sentido la pregunta tres que averigua si estamos de acuerdo con que se disminuya el número de asambleístas y se piense en otros criterios de elección; por ejemplo, la representación igualitaria de un legislador por provincia y uno más por cada 250 mil habitantes y dos asambleístas nacionales por cada millón de habitantes, más un legislador por cada 500 mil habitantes que residan en el exterior. Francamente el triunfo del sí en esta pregunta reduciría  válidamente la cantidad de miembros de la Asamblea, que significa también sus asesores, personal de oficina; en fin, a más de un ahorro para el país, una posibilidad pragmática de que se trabaje con mayores acuerdos y diligencia en los proyectos de Ley que son la competencia fundamental de la Asamblea Nacional.

Con seguridad, ante esta pregunta, los movimientos políticos se rasgan las vestiduras, porque visto en número de elegibles, ¿qué objeto tiene su accionar político, si ya no van poder ser electos o será más complicado competir para menos lugares? Definitivamente, a muchos políticos que han hecho de la vida pública su pan del día les va a tocar trabajar como a todos los mortales de esta nación. Quizá emprender en el comercio, en la producción agrícola, agropecuaria, en fin en algo, más allá de buscar adeptos para que catapulten sus nombres para beneficio personal, cual ha sido el común de los politiqueros de siempre.

Todavía hay tiempo para con detenimiento examinar las preguntas y entregar una respuesta favorable en beneficio del país entero y en contra de los intereses esquivos y personales.