Salvatore Foti
Entre enero y marzo de este año, hubo alrededor de 1.500 casos de secuestros y extorsiones en el país, mientras que el promedio de asesinatos entre enero y febrero fue de 12 por día. Estos son los números que realmente deben preocuparnos y asustarnos. De nada ha servido el Plan Fénix, tampoco el toque de queda ni la presencia militar, casi nula cabe acotar, en las calles del país. La delincuencia sigue mandando en un país donde las instituciones no sirven.
A las autoridades solo les interesa una consulta inútil, subirnos los impuestos y posicionarse para las próximas elecciones presidenciales. Que apenas el 9% de los asesinatos sea resuelto no les preocupa ni les avergüenza. Tampoco les avergüenza destinar la plata que no hay para una consulta que esperamos le devuelva dignidad al pueblo.
Por tercera vez seguida, un presidente desconectado de la realidad y solapado por cómplices que hoy pertenecen incluso a sectores importantes de la opinión pública parece preocuparse solamente por sus intereses. El país está desmoronándose y está camino a volverse un estado fallido, pero nadie quiere admitirlo o denunciarlo. Hasta la justicia está fuertemente infiltrada por criminales o personajes que solo piensan en posicionar su imagen para ganar las elecciones en 2025.
Estamos camino a volvernos como Haití, pero seguimos hablando de banalidades y sin la capacidad intelectual de identificar los verdaderos problemas estructurales de un Estado a punto de desmoronarse. Tal vez este es el mejor país que una pequeña élite siempre quiso para sí.