Salud en crisis

Indudablemente, la pandemia del COVID-19 dejó una secuela incurable de destrucción y dolor en gran parte de la población. Sin subestimar la gravedad del COVID y cómo este sigue afectando a las personas, existe una disminución evidente de la mortalidad y complicaciones gracias a la vacunación y más estrategias establecidas, lo que nos permitió cuestionarnos: ¿Cuáles han sido las enseñanzas que nos dejó la pandemia?

Visibilizar un sistema de salud completamente debilitado y carente es una de las enseñanzas establecidas. Debido a que en el pico más alto de la pandemia este llegó a tener tasas de mortalidad entre las más altas del mundo, se pudo visualizar la deficiencia con la que sobrellevamos nuestros días.

El verdadero reto para el país fue que este indicador sea revertido y convertir esta gran amenaza en fortaleza. No obstante, lastimosamente, en contraste, la falta de gestión y el debilitamiento de un sistema de salud es el común denominador de la secuela y la única reflexión del nulo aprendizaje frente a un evento que trascendió a la historia.

Otra enseñanza a tener en consideración fue el encontrarnos con unidades de salud desprovistas de medicación esencial, lo que por consiguiente desencadenó una mortalidad desmedida en enfermedades prevenibles y controlables con una adecuada gestión.

Es importante mencionar que, por ejemplo, la mortalidad infantil con respecto al cáncer —en otros países con adecuados manejos y diagnósticos oportunos—,  es del 90% con buen pronóstico, frente a una mortalidad en el país del 50% —dato mencionado en un artículo citado por el MSP— que entre otros factores  se podría asociar a la falta de tratamientos adecuados y complicaciones por desatención y despreocupación, donde se arrojan resultados con más de 82 niños fallecidos en el país, frente al silencio cómplice de un sistema de salud. Por ende, dicho sistema se ha caracterizado por desvinculaciones a profesionales de  salud, carencia de medicación e insumos, falta de protocolización y manejos, inadecuado control epidemiológico y estadístico, externalización y prestación de servicios básicos, aceptando con esto la deficiencia que existe para la compra de medicamentos, corrupción e impunidad a responsables y, sobre todo, la ausencia de una política pública de intervención inmediata que incentive a reflexionar sobre un verdadero cambio que fortalezca el sistema de salud en beneficio de nuestra población.

Mientras una gran parte de pacientes siguen complicándose y otros han fallecido, existe un Estado que no actúa de forma inmediata ante este tipo de situaciones. Precisar las causas de los decesos es difícil; solo sabemos que varios pacientes al tener un manejo adecuado pueden seguir en la lucha contra sus enfermedades. Además, es importante entender que una atención oportuna, digna y eficiente disminuye el número de complicaciones, ingresos hospitalarios, infecciones, consultas, seguimientos, exámenes y valoraciones, como  de no haber brindado un manejo adecuado asociado a la falta de profesionales preparados y capacitados, medicación, insumos, espacio físico y capacidad resolutiva que, sin duda, pudieron cambiar el pronóstico de las enfermedades en nuestros pacientes.