La Academia Nacional de Historia, la Academia de Historia Militar, el Instituto de Estudios Históricos de la Policía Nacional, la Sociedad Bolivariana del Ecuador, la Asociación de Municipalidades, la Alcaldía y el Centro de Estudios Históricos del cantón Rumiñahui, el Colectivo Quiteñidad, entre otras representativas instituciones, enviaron al Presidente de la República una comunicación de indiscutible importancia.
A la vez que se recordaba la proximidad del Bicentenario de la Batalla de Pichincha, que se cumple en mayo venidero y cuyos actos conmemorativos deben llevarse a cabo de manera acorde a su significado y con la oportuna y debida preparación, se hizo un medular planteamiento: que se restablezca, en los planes y programas educativos, la enseñanza de Historia Nacional, así como las de Geografía del Ecuador, Moral y Cívica, sin olvidar el Lugar Natal.
La solicitud hecha al primer mandatario debe merecer la mayor atención y trámite, en vista de su contenido: ahora más que nunca, en vista del desconocimiento sistemático de estas materias y la proliferación de males sociales, como la galopante corrupción, es menester volver a los paradigmas que edifican la integridad personal y social, el amor a la patria, el sentido de pertenencia, que construyen la grandeza de los pueblos.
La Historia, considerada desde hace siglos como maestra de la vida, reconoce las acciones dignas de imitación y repudia a las indignas, para que especialmente la niñez y la juventud tengan orientaciones que les posibilite, con sólidos valores y principios, en el campo de la honorabilidad y el civismo, salir adelante en sus obligaciones y responsabilidades.
La formación en ecuatorianidad hace mucha falta, a fin de superar factores negativos, agravados por la pandemia, que inciden en el retraso nacional.