Prevenir antes que lamentar

Rosalía Arteaga Serrano

Esto que sirve de título al presente comentario bien debería aplicarse a la llegada del anunciado fenómeno de El Niño, que con tantos malos augurios llegará al territorio ecuatoriano y que, de una u otra manera, se prevé que se hará presente en muchos lugares del planeta.

Llegará con su carga de agua, de desbordamientos, de calentamiento del mar, lo que influirá inclusive en el régimen de pesca, por la escasez de ciertas especies que huyen de las aguas calientes o se reproducen menos en este tipo de hábitat.

Si tanto expertos nacionales como internacionales lo han anunciado, lo lógico será que las autoridades competentes tomen diversos tipos de previsiones, sobre todo para las provincias de la Costa ecuatoriana, que serán las más afectadas.

Serán entonces las autoridades locales y nacionales las que deban revisar lo que ocurre en las ciudades en las que los desbordamientos de las aguas pueden causar desastres de envergadura, episodios de desbordamiento de ríos, ingreso de aguas salobres en las alcantarillas, como lo que con cierta frecuencia ocurre en la ciudad de Guayaquil.

El Gobierno nacional tiene que enfrentar la destrucción de carreteras, la ruina de cosechas por terrenos inundados por el exceso de lluvias, con el consiguiente empobrecimiento y afectación para el sector agrícola.

Prevenir, no lamentar, debería ser la tónica de estos días, con reglamentaciones claras, realización y fortalecimiento de infraestructuras, concesiones y ayudas especiales para el sector agrícola, así como otras formas de estimular la producción con la utilización de técnicas e innovaciones requeridas.