El trabajo no remunerado de las mujeres

Rosalía Arteaga Serrano

Con motivo o del Mes Internacional de la Mujer, se realizan y actualizan estudios relativos a la participación de la mujer en los diferentes espacios, los avances que se registran en torno a su acceso a cargos de responsabilidad, las cuotas y hasta la paridad cuando se trata de puestos de elección popular, la equidad en remuneraciones y otros tantos temas más.

Por ello, y aunque marzo ya pasó, creo interesante referirme a un reporte de Naciones Unidas en torno al trabajo no remunerado de las mujeres, especialmente en el área de América Latina y el Caribe, que tienen cifras superiores a las de los países miembros de la OCDE.

Pues bien, en el estudio en mención, se dice que el trabajo no remunerado de las mujeres en la región de América Latina y el Caribe representa el 21.4% del PIB, es decir casi la cuarta parte del PIB de nuestros países.

Estos datos pueden dar lugar a diversas lecturas, primero una valoración de ese trabajo de las mujeres, mucho del cual es voluntario, al interior de sus propios hogares o en organizaciones de voluntariado. Otra visión que puede abordarse es la relativa al reconocimiento social de ese trabajo, lo que no significa que se espere una remuneración por actividades y trabajos en los que está implícito, por ejemplo, el amor de una madre por sus hijos u otros familiares. Las tareas agrícolas en los sectores rurales o el voluntariado en hospitales y casas de atención son unos pocos ejemplos.

Cabe pensar también en la necesidad de compartir tareas al interior de los hogares, de tal manera que hombres y mujeres sean responsables en lo que tiene que ver con el cuidado de los hijos, o también de padres y otros familiares ancianos o enfermos, lo que todavía no es una práctica generalizada en nuestros países.

La relevancia del trabajo no remunerado de las mujeres es enorme, contribuye a mantener vivo y ágil al aparato productivo de las naciones.