El estrés tóxico

Rodrigo Contero Peñafiel
Rodrigo Contero Peñafiel

Rodrigo Contero Peñafiel

La salud mental de los ecuatorianos enfrenta una amenaza sin precedentes en su historia. La solución a esta crisis no se encuentra en los medicamentos, sino en abordar los ataques contra el Estado de Derecho y la justicia, revelando los escandalosos casos de corrupción que han tenido origen en las altas esferas gubernamentales. Además, la presión de la delincuencia común se suma a este ambiente tenso, con implicados que intentan protegerse y jefes de carteles que buscan evadir la justicia.

La sociedad se ve inundada por la angustia y el estrés tóxico, alimentados por la falta de reflexión y las respuestas nocivas de los involucrados en los procesos judiciales que actualmente se tramitan. Mientras los ciudadanos se preocupan por recuperar la estabilidad del Estado, los implicados luchan por mantener el control y evitar el castigo. La recuperación de la salud mental del pueblo, y con ello su libertad de pensamiento, se convierte en un desafío arduo pero esencial.

Todos tenemos la responsabilidad de desentrañar el entramado mundo de corrupción que ha socavado las instituciones del Estado, mientras los beneficiarios de esta corrupción organizada buscan manipular a quienes fueron engañados, sin importar las consecuencias devastadoras para sus vidas y familias.

Muchos políticos, con mentes seriamente afectadas, tienen dificultades para reorganizar sus pensamientos y recuperar las etapas normales de su vida cognitiva. El sometimiento, la ambición, la ansiedad, la depresión y los planes a corto plazo les mantienen ocupados y tensionados, cumpliendo disposiciones de sus líderes que anhelan regresar al país para seguir delinquiendo, como lo han hecho por muchos años.

El estrés tóxico se ha enraizado en la sociedad ecuatoriana, alimentado por la corrupción sistémica y la impunidad. Esta crisis no solo afecta la salud mental de los ciudadanos, sino que también socava la libertad de pensamiento y la capacidad de recuperación del Estado. Solo mediante el compromiso firme y decidido con la transparencia y la justicia podremos liberarnos del peso de ese enredo mental y recuperar el control de nuestras vidas.