Revivir a Kingman y revivir derechos

Jose Vaca Jones*

Transitamos la historia en círculos inocuos. Entregamos toda nuestra energía en una carrera intrascendente por lo material, alejándonos como seres sociales, y estructuramos nuestras comunidades desde formas poco profundas, lejanas al humanismo, cerradas a la sensibilidad por el otro, donde se privilegia la vanidad y la incultura –diversión inmediata que se produce y consume en las redes sociales y las plataformas digitales– disfrazada de libertad.

Este desarrollo materialista ahora tiene un componente adicional, la polarización. Hoy más visible, gracias a la política y al marketing, provoca esta relación lejana entre unos y otros, sin un espacio donde encontrarnos para dialogar con tolerancia y construir con creatividad y pasión nuevas formas de articulación social.

Es allí, donde el rescate de la memoria cultural se hace urgente. Con la mente y el corazón abiertos debemos recuperar el patrimonio material e inmaterial, y entender que la historia y la memoria están ahí para aprender de ellas, para tomar esos ejemplos de vidas y obras de antaño, y convertirlas en un verdadero punto de identidad y reflexión que nos lleve a construirnos de mejor forma.

Un ejemplo tangible y muy cercano, es la vida y obra de Eduardo Kingman Riofrío (1913-1997). El ‘artista de las manos’, ‘indigenista’, Kingman explota con su obra en 1930, abriendo un capítulo de la historia plástica del Ecuador, trasladando a sus pinturas, grabados, acuarelas, tintas y dibujos el pensamiento del movimiento intelectual de aquella época. A través de sus trazos firmes, logra plasmar el realismo social como una temática fundamental de la producción artística.

El Ecuador de 1930 se debatía en una grave crisis económica provocada, en parte, por la caída de la producción y los precios del mercado internacional del cacao. A esto se sumaban condiciones políticas adversas, falta de liderazgos que permitan aglutinar a los sectores sociales e impulsar políticas públicas que encaminen a la colectividad a mejores días. Un Congreso acostumbrado al boicot para lograr la salida del presidente de la República, acusaciones de fraude electoral, movimientos políticos fraccionados y caudillos que prometían la reivindicación de los pobres, fueron el caldo de cultivo para la debacle social, económica y política del país.

El paralelismo de la situación socioeconómica y política que existe entre 1930 y lo que vivimos en Ecuador casi cien años después, es frustrante. No hemos avanzado, seguimos transitando en círculos inocuos.

De ahí la necesidad de revalorizar el bagaje cultural y artístico de nuestro país.

La campaña KingmanViveDerechos, de la Fundación Eduardo Kingman, propone descubrir la vida y obra del Maestro como punto de identificación y reflexión cultural, aportando ideas para el desarrollo futuro de nuestro país.

Jose Vaca Jones, Presidente de la Fundación Eduardo Kingman. Químico y abogado, diseña y ejecuta proyectos de desarrollo social en el ámbito privado y público, con especial interés en la cultura y el ambiente.