Resolver el dilema

Eduardo F. Naranjo C.

Discernir masivamente sobre el ITT es erróneo. Se requiere conocer  temas económicos, técnicos y ambientales para concluir con alguna idea, sin embargo la desastrosa política ecuatoriana confronta a la ciudadanía a tomar una decisión sobre un tema de alta complejidad.

Estudiada la información pertinente sin matiz político se concluye que la explotación petrolera en Yasuní no es desastre como se pretende mostrar.  Los técnicos de Petroecuador trabajan con la mejor tecnología y minucioso cuidado al entorno, coordinan con y benefician a las comunidades ancestrales Huaorani y Quichua. Es clave  entender que esa producción petrolera es parte del sustento económico del país y fundamental para los recursos que reciben los pueblos amazónicos.

La operación es ejecutada a mínimo riesgo, incomparable a lo que hizo Texaco. Lo saben los habitantes de la Amazonía que cuidan el bosque y las aguas y los jóvenes aprovechan  contactando con las universidades que hacen investigación científica en su territorio y contrastan información al conocimiento ancestral de la selva.

Tal y como lo sugirieron especialistas, se buscó negociar en el mercado de carbono, pero no resultó. También se intentó obtener recursos equivalentes en los países desarrollados; fue inútil. Europa, que clama salvar el planeta, no fue capaz de aportar 3 mil millones de dólares. ¿Por qué nosotros debemos liderar la lucha a costa de nuestro sacrificio?

Consultar el tema a una población desinformada y con visiones distorsionadas por la intencionalidad política no es válido. Pese a que estemos plenamente de acuerdo con cuidar el planeta, no es posible asumir la decisión de cancelar la fuente de riqueza que nos permitió llegar hasta aquí como sociedad. La “maniobra política” nos lleva de riesgo en riesgo y hacia abajo, sin que la mayoría de la población avale objetivamente el costo de sus decisiones erróneas y emocionales.