Regresar no siempre es retroceder

Fabián Cueva Jiménez

José Saramago, Nobel de Literatura, Interviniendo en Foro Complutense, dijo que:  “llegando a cierta edad ya no nos debería preocupar mucho de lo que vendrá”; pero añadió:  “en los tiempos de soledad y reflexión que todos tenemos, aparecen sentimientos de miedo y temor que nos obliga, aparte de nuestra libertad e innato humanismo, a salir, conocer, enfrentar y resolver problemas”.

Por otro lado, la frase: “Tengo miedo del futuro de mis nietos” de Umberto Eco, nos induce, desde cualquiera que sea nuestra posición, a pensar, actuar y ayudar a solucionar problemas, con sugerencias para los cambios que se requieren.

Por esas aseveraciones y convicciones propias: escribimos, discutimos, protestamos, denunciamos, siempre con un espíritu crítico, superando inclusive ese sinsabor que deja el creer que no somos escuchados, pero que nos impulsa a continuar y persistir en nuestra idea, ayudar a cambiar la educación, única alternativa para lograr el desarrollo humano.

 Ahora, traemos el siguiente texto: la educación para la salud y la salud para la educación, como una relación obvia: utilizar procesos de aprendizaje para mejorar prácticas de salud y conseguir bienestar físico y mental, para con esos hábitos saludables alcanzar mejores aprendizajes. En otras palabras, educarnos en salud para vivir una vida plena que nos permita aprender significativamente. Puntualmente y en síntesis aseverar: no puede haber educación sin salud, ni salud sin educación.

Para construir y desarrollar de mejor manera nuestra idea, traigamos experiencias anteriores no muy lejanas, no perfectas, pero que dieron resultados y permitieron tanto a niños como a adolescentes llegar a altos niveles de estudio primero y luego, a desempeñarse con eficacia sus roles en la familia, el trabajo, la sociedad.

En las instituciones educativas de Ecuador, hasta hace poco tiempo funcionaban equipos sanitarios, según el número de estudiantes, conformados por profesionales de medicina, odontología, enfermería, que cumplían funciones bien definidas y atendían al interior de cada establecimiento.

Eran los encargados de: realizar un seguimiento sanitario mediante archivos  que guardaban toda la historia de salud desde su ingreso a alumnos, docentes, administrativos y de servicio, aplicar programas preventivos, atender inmediatamente a quienes presentaban síntomas previos a una enfermedad, acoger y tratar inmediatamente a demandantes de una atención emergente por accidentes, cuidar la salud dental, desempeñar cátedra docente para asistir especialmente a jóvenes que requerían por su edad y cambios biológicos y fisiológicos; todo y todos, respaldados por conocimientos, equipos, instrumentos y medicinas necesarias.

Desde hace una década todo cambió, hoy observamos consultorios vacíos y deteriorados, ausencia de personal, sólo a la espera y con mucha expectativa del cumplimiento del Manual de Atención Integral de Salud en Contextos Educativos (MAIS-CE), que se inició hace 5 años y de cuyos resultados muy poco conocemos. Sabemos de la cartelera de servicios que ofrece, pero también de las dificultades de padres de familia por conseguir una cita en dispensarios, por varias causas y de colegios fiscales con hasta 5.000 estudiantes y 400 profesores, desatendidos.

Entonces, regresar sería lo correcto con enmiendas y no significará retroceder.